¿Por qué se celebran tanto las medallas que ganan los atletas mexicanos en los Juegos Olímpicos? Puede ser porque las expectativas del desempeño de la delegación mexicana son muy pobres y de lo perdido, lo que aparezca. De los 102 atletas mexicanos que participan en las Olimpiadas, sólo se han conseguido cuatro medallas, pero esto no ha evitado que cuando finalmente llega un deportista al podio, prácticamente todo el país se paraliza para celebrar aunque sea las presea de plata; los políticos se dedican a felicitar a los y las deportistas, a veces equivocando su nombre, y los y las atletas se convierten en un fenómeno en las redes sociales.
El destino de los medallistas es muy claro. Cuando vuelvan a México los invitarán a Los Pinos y se sacarán la foto con el presidente -afortunadamente lo verán después de que hayan competido, por aquello de la mala suerte-; asistirán a múltiples entrevistas; comenzarán a ser solicitados para ser la imagen de algún producto; harán comerciales y más adelante alguno será reclutado por algún gobierno estatal o federal para participar como directores de algún instituto del deporte.
Si en México hubiera algunas Olimpiadas Políticas, seguramente se obtendrían varias preseas de oro. Por ejemplo, en clavados, la presea dorada se la llevaría el perredista Ricardo Monreal, porque en sus últimas apariciones se ha clavado dando a conocer “pruebas” que implican una supuesta triangulación de recursos de Luis Videgaray, ex coordinador de campaña de Enrique Peña Nieto. Monreal ha dado varias vueltas con alto grado de dificultad, lanzándose de espalda al vacío. Presenta estados de cuenta con fechas de noviembre de 2012 y grabaciones que cualquiera que haya hablado a un banco y haya tenido que hablar con una de las personas de atención al cliente se podría dar cuenta de que es falsa.
Que México haya ganado medalla de plata y bronce en tiro con arco gracias a Aída Román y Mariana Avitia, no debería ser ninguna sorpresa. Esta disciplina que tiene el objetivo de disparar flechas es un fiel retrato de lo que sucede en la política.
La medalla de plata por clavado individual tendría que ser para el propio Videgaray, quien se clavó contestándoles a los perredistas las acusaciones, y la de bronce para Felipe Calderón, quien hizo un clavado espectacular en la refundación de su partido, pero en su entrada al agua salpicó a todos y varios molestos panistas han empezado a crear un frente contra él. Calderón y Madero quedarían, eso sí, descalificados de los clavados sincronizados, porque no tienen la menor coordinación entre ellos.
Y hablando de clavados sincronizados, seguro los medallistas olímpicos Germán Sánchez e Iván García Navarro palidecerían de envidia porque Ricardo Monreal podría obtener fácilmente la presea de oro en esta disciplina junto con Jesús Zambrano, quien también se ha clavado con pruebas que, a decir de los especialistas, carecen de rigor legal y solidez.
Que México haya ganado medalla de plata y bronce en tiro con arco gracias a Aída Román y Mariana Avitia, no debería ser ninguna sorpresa. Esta disciplina que tiene el objetivo de disparar flechas es un fiel retrato de lo que sucede en la política. En estos momentos algunos integrantes de los partidos políticos están tirando sus saetas para poder ser coordinadores de sus distintas bancadas en la Cámara de Diputados y de Senadores.
Esta práctica se combina con judo porque las peleas internas y la forma que se ponen el pie son más profesionales de lo que se ha visto hasta el momento en las Olimpiadas. Además, las peleas, a diferencia de los Juegos Olímpicos, son mixtas. En el PRI la batalla por la coordinación de la Cámara de Diputados está entre Emilio Gamboa Patrón y Cristina Díaz. El PRD no sabe si poner a Alejandra Barrales, Manuel Camacho o Armando Ríos Piter. Algunos juegan en solitario, como Manlio Fabio Beltrones, a quien se le ve como seguro coordinador de diputados por el PRI.
En esta misma lógica, los políticos serían unos dignos representantes de box, esgrima y lucha, aunque eso sí, como hay reglas claras, seguramente a ninguno de ellos les interesaría participar. Por supuesto, si fuera por los mexicanos, no le darían medalla alguna a los políticos; incluso a más de uno lo sacarían por juego sucio.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.