El confinamiento, la cuarentena, y el acecho del virus, nos producen angustia, miedo, incertidumbre y para muchas personas –que han tenido pérdidas y enfermedades– tristeza y desolación. En tanto, para aquellos que han visto amenazada su fuente de ingresos y sustento de la familia, la pandemia está provocando insomnio, estrés, y hasta desesperación, por lo que no es extraño concluir que la crisis sanitaria y económica está causando una serie de trastornos psicológicos, con ribetes hasta ahora insospechados.

En un primer momento, las personas y las empresas estuvieron abocadas a minimizar los riesgos de contagio, por lo que se sometieron a medidas extremas de distanciamiento social, pero hoy, al prolongarse este estado de emergencia, ya empieza a acentuarse la preocupación por el efecto en la salud mental. Más aún, cuando según la última encuesta Nacional de Salud, Chile tiene una de las tasas más altas a nivel global de trastornos, como ansiedad y depresión. Mientras el 4,4% de la población mundial presenta esa patología, el 6,2% de los chilenos y chilenas la padece.

En este nuevo contexto de pandemia, el impacto psicológico ya está instalado en nuestro país. Sabemos que han aumentado los síntomas de ansiedad, lo que era esperable que pasara, pues no cabe duda, que una situación como esta, no la habíamos vivido ni estaba entre lo esperado por vivir.

De acuerdo, al nivel de consultas a especialistas de la salud mental, el consumo de tranquilizantes o paliativos entre otros indicadores, demuestran una incidencia alarmante en el aumento de la depresión y trastornos asociados en este período.

La situación de confinamiento aumenta la irritabilidad en el hogar, generando problemas familiares, conflictos interpersonales y hasta violencia, en especial hacia las mujeres, lo que se ha manifestado de manera impactante, en todo el mundo.

Reconociendo el impacto psicológico que la pandemia nos está generando, el Ministerio de Salud, entregó los lineamientos del programa “SaludableMente” que presta ayuda a la población para enfrentar los efectos psicológicos de la pandemia e incluye la creación de una plataforma digital. Esta iniciativa, impulsada por la mesa social COVID-19, tiene como objetivo apoyar las necesidades de quienes están sufriendo estos efectos invisibles, para acompañar a través de la contención y orientación, eso sí, debe ser con sentido de urgencia. Algunas empresas, entendiendo lo preocupante de esta situación, han puesto a disposición de sus colaboradores, sistemas de consulta en línea y atención psicológica.

Pero también, el encierro prolongado para quienes no están teletrabajando ni apoyando a sus hijos en las tareas escolares, puede provocar la falta de sentido de vida y total desmotivación. Con la rutina, el encierro y el sentirse aislado del resto del mundo, vinculándose sólo a través de una pantalla o del teléfono, sin contacto cercano y personal con su familia y amigos, puede conducir a distintas formas de desasosiego, o incluso, perturbación. La falta de propósito en las personas y en las organizaciones, las desequilibra y las derrumba, por lo que es fundamental, en estos tiempos, reflexionar sobre el sentido de la vida para cada uno, y también, al interior de la organización donde se trabaja o estudia, para así cohesionar al grupo en torno a ese propósito común. Además, es importante abrir la mente, más allá de la esfera reducida del confinamiento, para pensar en cómo ayudar a aquellos que hoy tanto lo necesitan. Después de todo, ayudar a los demás y aportar a resolver situaciones de sufrimiento o necesidad, es sin duda, la mejor razón y sentido de estar vivos.