Estamos frente a un hito histórico a nivel mundial. Se están generando transformaciones importantes que inciden en el derrumbe de patrones culturales que teníamos arraigados como sociedad. Y eso es una buena noticia. Por eso, hoy se hace insostenible seguir reproduciendo ciertos estereotipos culturales respecto de nuestros roles como ciudadanos y personas.

Producto de las trasformaciones tecnológicas, culturales, y por supuesto, la actual crisis social, se ha planteado una nueva conversación que genera nuevas lógicas, estructuras y modelos de desarrollo, donde será necesario diseñar una estrategia que contemple la gestión de la diversidad como un valor central para los Estados y empresas que tengan como norte crear culturas inclusivas.

En este sentido, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer es un hito relevante, puesto que, a raíz del estallido social del 18 de octubre, en Chile, las mujeres impactaron al mundo con la performance liderada por el colectivo feminista Las Tesis, quienes visibilizaron la violencia de género, provocando repercusiones a nivel global que deja en evidencia la transculturalidad de la problemática.

Los teléfonos móviles, las redes sociales y las plataformas colaborativas han dado espacio para expresar y organizar movimientos sociales que tienen la particularidad del liderazgo invisible. Quizá podríamos pensar que se está formando un nuevo tipo de poder que no necesita referentes individuales, sino más causas colectivas.

Podemos pensar que se ha cerrado un ciclo y se ha iniciado otro. Lo interesante es que se desdibujarán los roles estereotipados de género, abriendo paso a la reconfiguración de nuestros patrones culturales.

Está en juego la transformación de las lógicas del poder, porque se han empezado a democratizar los espacios sociales que manifiestan y expresan poder. Cabe preguntarse entonces, ¿cuál es el espacio de poder simbólico y explícito generado por la performance de Las Tesis?

Los teléfonos móviles, las redes sociales y las plataformas colaborativas han dado espacio para expresar y organizar movimientos sociales que tienen la particularidad del liderazgo invisible. Quizá podríamos pensar que se está formando un nuevo tipo de poder que no necesita referentes individuales, sino más causas colectivas.

Es decir, el poder es de todos. Esto se complejiza porque en una sociedad como la nuestra las personas ya no esperan ser lideradas por ideologías, sino por proyectos y programas que los pongan al centro de las prioridades. Que la justicia sea para todos por igual y que se sientan respetados, valorados e incluidos.

El sentido de propósito que prioriza el bien común, es parte importante del nivel de conciencia colectivo que demanda la democratización del poder y la ampliación del mismo. La paridad de género es necesaria para la transformación cultural, porque necesitamos tanto hombres como mujeres para enfrentar los desafíos y establecer nuevas lógicas de relacionamiento para construir una sociedad inclusiva.