Todos los días, Marta extrae leche de su seno para ponerla en un frasco de cristal. Coloca el frasco lleno en una olla con agua que calienta en su pequeña estufa de gas hasta que hierva a borbotones. Luego saca el frasco y deja que se enfríe unos minutos antes de llenar un biberón y dar de comer a su hija de tres meses de edad, Ana María.
¿Suena complicado para ti? Quizás lo es, pero Marta es pobre y VIH positiva. Sabe que alimentar a Ana María directamente de su pecho pone a la criatura en riesgo de volverse VIH positiva también. Marta tiene dificultades en obtener agua limpia con la cual mezclar la fórmula para alimentar a Ana María… ¡fórmula que de todas formas no podría darse el lujo de comprar!
¿Puede ser esta una opción para América Latina y el Caribe? Aunque el 5% de la población de África subsahariana resultó infectada con el VIH en 2009 y es sin duda la región más afectada del mundo, América Latina y el Caribe (ALC) no se quedan atrás: ¡constituyen la segunda región más afectada a nivel mundial!
Una funcionaria de salud comunitaria visitó a Marta antes de que esta tuviera a su bebé y le habló acerca de las distintas opciones de alimentación. Fue así como Marta se enteró de que al calentar la leche materna de la manera antes descrita el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) -el virus que causa el SIDA- se vuelve inactivo. No obstante, las propiedades que hacen de la leche materna un alimento tan potente para los bebés, gracias a sus nutrientes y sus componentes inmunológicos, sí se mantienen activas. Así que con poco esfuerzo Marta puede darle a su hija lo que necesita para tener un buen comienzo en la vida.
Esta podría ser la historia de cualquier madre pobre con VIH en América Latina, pero no es así. Hoy en día, esta historia tendría muchas probabilidades de suceder en África subsahariana, más concretamente en Zimbabwe. Los investigadores de la Universidad de California en Davis (UC Davis) realizaron un estudio allí para demostrar que las madres VIH positivas estaban realmente dispuestas a hacer el esfuerzo de extraer su leche materna y calentarla a fin de prevenir la transmisión maternoinfantil del VIH.
¿Puede ser esta una opción para América Latina y el Caribe? Aunque el 5% de la población de África subsahariana resultó infectada con el VIH en 2009 y es sin duda la región más afectada del mundo, América Latina y el Caribe (ALC) no se quedan atrás: ¡constituyen la segunda región más afectada a nivel mundial! El 0,4% de la población vive con el VIH y si nos fijamos únicamente en los países del Caribe este número aumenta a casi el 1,7%. En otras palabras, estamos hablando de 1,4 millones de personas que viven con el virus en América Latina y el Caribe.
La cobertura de medicamentos antirretrovirales para prevenir la transmisión maternoinfantil en la región fue del 56% en 2011, según ONUSIDA. Aquí este número es más bajo que en África subsahariana, donde el 59% de las madres reciben tratamiento antirretroviral. Aunque los estándares globales son de un rango similar (alrededor del 50%), es importante recordar lo que esto significa: la mitad de las mujeres que necesitan dicho tratamiento -¡25.600!- no tienen acceso al mismo y corren el riesgo de transmitir el VIH a sus bebés. Como resultado, 5.100 niños dieron resultados positivos en las pruebas de VIH en 2010, según datos de USAID. La buena noticia es que este número es mucho menor que en 2001 (disminuyó en un 45%). Pero ¿por qué conformarse con esto cuando es posible prevenir todas las transmisiones maternoinfantiles? Si se enseñara a las madres cómo alimentar a sus bebés, ¿realmente se darían la molestia de calentar su leche como lo hace Marta?
En África hay buenas ideas en ejecución que deberíamos mirar más de cerca. Dar a las madres VIH positivas distintas alternativas para cuidar de sus recién nacidos es solo una de ellas.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Primeros Pasos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).