Desde hace meses, los niños y mujeres de Ucrania vivían en un hogar bajo el cual pesaba el peligro inminente de una invasión rusa. El jueves pasado se concretó la intervención militar y muchas de esas esposas, madres, hermanas e hijas han debido dejar a sus esposos, padres, hermanos e hijos atrás… sin saber si se volverán a reencontrar.

Cuando el mundo todavía no supera los efectos devastadores de esta pandemia, los niños y mujeres de Ucrania enfrentan la guerra, el exilio forzado, el destino de ser refugiados. La Unión Europea, construida desde las cenizas de los horrores provocados por la Segunda Guerra Mundial, como un espacio de paz y cooperación, enfrenta nuevamente un escenario bélico y un desastre humanitario y migratorio sin precedentes. Esta vez con un fuerte sesgo de género, pues los hombres ucranianos entre 18 y 65 años se quedaron para defender su patria.

La comunidad internacional se comprometió en 2000, a través de la Resolución del Consejo de Seguridad n° 1325 “Mujer, Paz y Seguridad” y posteriores, a proteger los derechos de las niñas y mujeres en situaciones de conflicto armado. Hoy exigimos a los líderes mundiales que cumplan este compromiso y protejan los derechos de las más de 23 millones de ucranianas que están siendo forzadas a abandonar sus hogares, en pleno invierno europeo, con frío, miedo y tristeza.

Frente a esta caravana de niños y mujeres ucranianas que llevan solo un bolso a cuestas, empujando un coche o apoyadas en bastones, no es suficiente una sanción económica, ni el envío de armamentos, ni el rearme de Alemania. Ellas necesitan regresar a su país y reencontrarse con sus familias, pues tienen el derecho a vivir en un espacio de paz y seguridad para volver a colocar los cimientos sobre los cuales se reconstruirá Ucrania.

Pero, ¿cómo enfrentar la lógica de un autócrata que amenaza al mundo con un poderío militar desafiante y nuclear? Las relaciones de poder entre la autoridad y la población civil mundial han cambiado. La verticalidad en el uso de la fuerza no es necesariamente más poderosa que la horizontalidad de una masa crítica organizada.

La multiplicación de manifestaciones pacíficas en apoyo a Ucrania de manera persistente y permanente,  además de las medidas adoptadas por la comunidad internacional, sumadas al importante rol que juegan el involucramiento de actores no tradicionales; como Anonymus o la decisión del empresario estadounidense Elon Musk de proveer de internet satelital a Ucrania, entre otras, contribuyen a generar un clima de empatía y unidad mundial cuyo objetivo es defender la paz y seguridad, no sólo de Ucrania y Europa, sino del mundo entero.

No es extraño que no tengamos mucha información en nuestras redes sociales sobre las manifestaciones pacíficas en solidaridad con Ucrania, que comenzaron precisamente en Rusia. Pero sí sabemos que el aparato represivo de la administración rusa silenció estas manifestaciones y encarceló a más de 1800 personas, según fuentes de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

Al igual que se ha producido un consenso mundial para condenar la invasión a Ucrania, que viola el derecho internacional al no respetar la soberanía ni la integridad territorial de otro país, también existe la urgencia de lograr un consenso transversal sobre la necesidad de vocalizar el sufrimiento de los niños y mujeres ucranianas.

No solo con armas se negocia. La opinión pública horizontal y fortalecida en torno a la paz puede ser tan intimidante como el temor al uso de la violencia y de las armas nucleares. Una ciudadanía empoderada y coordinada a nivel mundial es la opción disuasiva más poderosa para defender la paz, seguridad e integridad territorial de Ucrania.