Hace 50 años, en 1972, el Club de Roma publicó su primer informe acerca del futuro de la humanidad, conocido como “Los límites del crecimiento”. Su elaboración fue encargada al Massachussets Institute of Technology (MIT) y estuvo dirigido por la científica ambiental Donella Meadows, encabezando un grupo de diecisiete científicos. Se trata de uno de los trabajos prospectivos más contundentes y serios, que, junto a su valor intrínseco basado en datos disponibles hasta ese momento sobre economía, crecimiento y medio ambiente, aplicando un modelo computacional predictivo, destaca por su oportunidad. Justamente la prospectiva se trata de eso, de revisar los datos, las tendencias y generar escenarios posibles oportunamente, para que los tomadores de decisión adopten las políticas anticipatorias que permitan corregir las políticas, para alcanzar los escenarios positivos.

El Informe, basado en datos y proyecciones sobre población, medio ambiente, la polución y la disponibilidad de recursos, intenta responder a la interrogante de si el crecimiento económico, basado en la explotación de recursos limitados y mediante el modelo productivo del momento, podía continuar indefinidamente sin consecuencias para el planeta y consecuentemente para la humanidad.

En un escenario de “business as usual”, la respuesta fue clara: “si la industrialización, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos mantienen las tendencias actuales se alcanzará los límites del crecimiento en 100 años”. Lo que representó un llamado a corregir el estado de cosas que podemos contratar ahora, a mitad de camino de la predicción. El informe tuvo gran impacto en la comunidad científica y académica, y en los sectores políticos más conscientes, pero fue también desacreditado desde el sector industrial y los defensores del modelo, porque si se adoptaban las recomendaciones significaba poner límites a un crecimiento económico que se suponía ilimitado en amplitud y sin plazos, la esencia misma del capitalismo de esos años. No obstante, según el científico español del CSIC, Antonio Turiel: “Tal y como apuntaba el informe hace medio siglo las cosas empiezan ahora a ir muy mal. Por desgracia todas las revisiones que se han realizado del trabajo desde su publicación en 1972 reconocen que hemos llegado hasta aquí por medio del peor de los escenarios”.

Una de los beneficios que trajo el Informe fue alertar acerca del deterioro del medio ambiente, a tal punto que, si bien con bastante retraso, la ONU adoptó en 1992 la Convención Marco sobre Cambio Climático, que originó las Conferencias COP cuyo desarrollo ha permitido avanzar en una conciencia global y ciertos acuerdos, desde la COP de Bali hasta el Acuerdo Global de la COP 21 de París y ratificado en la COP 26 de Glasgow, para frenar el deterioro ambiental que provoca el cambio climático, debido al modelo de crecimiento económico que. Precisamente el Club de Roma advirtió tempranamente, y ha continuado advirtiendo en sucesivos informes.

Pero, según señala el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, la guerra de Rusia nos vuelve a hacer más dependientes de los combustibles fósiles, y por ello “estamos avanzando como sonámbulos hacia la catástrofe climática”. Para el historiador Yuval Noah Harari, el cambio climático es el verdadero riesgo existencial para la humanidad.

Conclusión: hay que hacer caso oportunamente de los estudios prospectivos serios, para gobernar global y localmente con visión anticipatoria, teniendo el coraje de corregir el rumbo según los escenarios que la prospectiva estratégica y los estudios de futuro nos señalan. Si se hubiera tenido esta mirada cuando, hace cincuenta años se publicó el Informe del Club de Roma, probablemente estaríamos ahora en otro y mejor momento de la evolución.