En las condiciones actuales de mercados turbulentos, incertidumbre sobre la duración de la crisis y la efectividad de las medidas tomadas por los Gobiernos, es importante dar una mirada a crisis anteriores derivadas de epidemias/pandemias que han afectado a países y grupos de países.

La crisis más costosa en términos económicos ha sido la asociada a la gripe porcina (US$ 59.000 millones). Le siguen la gripe asiática de 1957 (US$ 32.000 millones) y la gripe aviar, con US$ 10.000 millones.

La pandemia del Covid-19 condujo a una parálisis sensible de la economía global y se espera la creación de mecanismos globales para detectar y responder más rápidamente a nuevas enfermedades peligrosas. ¿Pero quiénes podrían resultar ganadores y perdedores? Haciendo la evidente salvedad que una coyuntura como esta ha generado un enorme dolor y daño a las víctimas y sus familiares, se puede intentar hacer un ejercicio financiero a partir de las señales que entrega la economía mundial. 

Los dos sectores con mayor potencial de crecimiento serán salud y tecnología, que en conjunto alcanzan el 60% de nuestras carteras de inversión. Producto del COVID-19 el sector tecnológico en Estados Unidos (Nasdaq) llegó a perder 24% en marzo. Hoy eso ya está recuperado, incluso en terreno positivo.

En salud hay varias farmacéuticas trabajando por la vacuna o medicamento para tratar el COVID-19. Dentro de las más importantes están Moderna, empresa de biotecnología estadounidense que sólo el último mes se ha apreciado 37% y Tilray que también subió 27%. En este sector una de las empresas que más ha subido este mes es Aurora Cannabis, empresa canadiense que acaba de comprar a la estadounidense Reliva, apreciándose  83% (sólo este mes).

La tecnología se ha visto muy beneficiada con el COVID-19, debido al exponencial aumento del e-commerce, por las medidas de confinamiento, lo que ha generado el mayor auge de este sector en toda su historia. Dentro de las acciones con mayor potencial están Facebook, que anunció un nuevo sistema de compras para sus distintas plataformas, lo que la llevó a cotizar en máximos históricos, al igual que Amazon. Netflix ha subido más de 30% este año, al igual que Spotify.

Entre los sectores más castigados, por otro lado, están el industrial, aeronáutico, lijo y deporte. En Chile hemos visto a la acción de Latam perder el 75% de su valor durante este año, además de sufrir un fuerte número de despidos y la posibilidad de entrar en no pago de sus créditos y bonos. En el exterior, Boeing ha recortado 62% de su valor, pero a diferencia de Latam, en su caso se aprecia un repunte en el último mes de 6%.

En cuanto al lujo y el deporte, ante un escenario de incertidumbre baja la demanda por este tipo de productos, pero al volver a reactivarse la economía veríamos nuevamente un aumento. Por ejemplo, Michael Kors durante el año ha caído 60%, pero con la reapertura económica que vemos en las últimas semanas su acción ha subido 15% este mes.

Eso sí, no podríamos ver un repunte en el corto plazo en el deporte, ya que por ahora, a pesar de que se puedan reanudar espectáculos como las ligas europeas, la asistencia a los recintos masivos se ve muy lejana. Por ejemplo, la acción de la Juventus este año ha caído 40%.

Después de un reinicio que tomará varios años, el mundo estará listo para un nuevo ciclo de crecimiento. La crisis por coronavirus, y luego la inflación, allanará el camino para el futuro de la economía mundial. Pero es importante entender que el COVID-19 es sólo un catalizador para todo el proceso. No creará nuevas ideas, no destruirá la infraestructura ni los valores materiales. Es decir, la “vieja” economía permanecerá intacta. 

Es probable que la robotización y el crecimiento de la productividad amplíen aún más la brecha entre ricos y pobres y que los robots sean más efectivos que los trabajadores. Y en el nuevo paradigma se beneficiarán los países que podrán proporcionar la mayor intensidad de capital de su economía, y estos, obviamente, serán los países más ricos. Como consecuencia, en el nuevo ciclo, la tasa de crecimiento de los países desarrollados superará a la tasa de crecimiento de los países en desarrollo.