Por muchos siglos, hasta el descubrimiento de Australia a finales del siglo XVI de la era cristiana, se pensaba que todos los cisnes eran blancos, por tanto nadie esperaba conseguirse por ahí con cisnes negros. Esta metáfora de la naturaleza inspiró a Nassim Nicholas Taleb para desarrollar su teoría del cisne negro. Lo que Nassim Nicholas Taleb llama un “cisne negro” es un suceso que posee los siguientes atributos: en primer lugar, es una rareza, pues no habita el reino de las expectativas normales. En segundo lugar, se trata de un suceso de alto impacto y finalmente, a pesar de tratarse de un hecho inesperado, una vez ocurrido, las personas se dedican a explicar porqué sucedió, aunque no haya sido previsto.
Curiosamente, los grandes avances y desastres de la humanidad, según Nassim Nicholas Talib, se han debido a cisnes negros. Se trate del descubrimiento de América y de sus grandes riquezas naturales, el Holocausto, la caída de la Unión Soviética, la aparición del Internet, la moda, las epidemias, terremotos, el atentado terrorista del 11 de septiembre o cualquier evento inesperado de la historia, todos los cisnes negros, buenos o malos, son de gran impacto.
Se cree que la economía venezolana ha sido sobrevolada continuamente por cisnes negros. El descubrimiento de pozos petroleros en Venezuela a finales del siglo XIX se considera como un hecho inesperado, pero el mayor cisne negro parece representado por el auge de su explotación a partir de 1910. A comienzos del siglo XX, nadie podía imaginar que la industria petrolera naciente trastocaría todo el funcionamiento de la economía y sociedad venezolana, pasando de una estructura agrícola a una economía rentista con “enfermedad holandesa”. La misma aparición del primer pozo petrolero en Pensilvania, Estados Unidos a mediados del siglo XIX, fue un cisne negro, un hecho inesperado que desencadenó una cadena de efectos que cambiaron el modelo energético mundial y la dinámica industrial, generando un impacto ambiental de enormes magnitudes nocivas.
La misma aparición del primer pozo petrolero en Pensilvania, Estados Unidos a mediados del siglo XIX, fue un cisne negro, un hecho inesperado que desencadenó una cadena de efectos que cambiaron el modelo energético mundial
En el caso particular de la economía venezolana, decimos que sufre de enfermedad holandesa porque prácticamente sólo exporta y vive de la renta de un recurso natural, el petróleo, que le permite importar la mayor parte de los bienes transables internacionalmente que consume, además todos los sectores productivos no petroleros del país dependen de las divisas provenientes de ese único recurso de exportación, para obtener materias primas y maquinarias que les permitan funcionar. Esta enfermedad se llama así en honor a Holanda, que sufrió este desequilibrio cuando descubrieron yacimientos de gas en la década de los sesenta del siglo XX.
Desde que la economía venezolana obtiene sus ingresos en divisas de una fuente única, el petróleo, su trayectoria parece depender de cisnes negros. Desde la nacionalización de la industria petrolera en los años setenta del siglo XX, los precios se han exacerbado o caído abruptamente en el mercado mundial, algunas veces debido a auténticos cisnes negros. Por ejemplo, el 5 de octubre de 1973, cuando se inició la Guerra del Yom- Kippur (día de la Expiación en el calendario judío) apareció otro cisne negro, se trató de una guerra en el mundo árabe- israelí, que trajo como consecuencia principal el cierre del canal de Suez y el incremento de los precios petroleros en el mercado mundial.
Ese cisne negro bélico de la Guerra de Yom-Kippur, provocó una crisis de suministro de petróleo a Estados Unidos y Europa, generando precios altos que beneficiaron enormemente a Venezuela. Venezuela, se convirtió en uno de los proveedores más confiables de Estados Unidos y obtuvo elevados ingresos por la exportación del rubro. Desde entonces, diversas oscilaciones del precio petrolero han provocado un estado permanente de inestabilidad en la economía venezolana, que entra en crisis cada vez que disminuye notoriamente el precio mundial del petróleo y tiene auges cada vez que el petróleo se encarece. No obstante, todas estas oscilaciones de precios, que podrían considerarse “previsibles” para un “commodity” como el petróleo, para las autoridades que diseñan política económica en la nación venezolana, siempre resultan ser cisnes negros.
La economía venezolana llegó al año 2015 percibiendo la contracción del precio petrolero y su propia crisis como un enorme cisne negro. Esta contracción del precio del petróleo, sin embargo, fue ocasionado por el significativo incremento de la oferta de este combustible, como resultado de los avances en las técnicas extractivas de petróleo y el incremento de la competencia proveniente de países que han generado sobre oferta. No obstante, esta situación era predecible, como lo es el hecho que el cambio climático exige la próxima sustitución de esta fuente de energía no renovable, por energías alternativas renovables y menos contaminantes.
Para muchos venezolanos también ha sido un cisne negro la catastrófica situación de escasez, inflación, contracción económica y crisis eléctrica en la que se encuentra una economía que obtuvo ingresos extraordinarios por un prolongado período. Además de inesperado, el hecho resulta ilógico e inexplicable. Actualmente, voceros de las instituciones económicas venezolanas, se refieren al fracaso del modelo rentista y una guerra económica, como si todo pudiese explicarse a través de cisnes negros. Pero lamentablemente se trata de un error de percepción, un error conceptual, pues la trayectoria de la economía venezolana era perfectamente predecible y podía evitarse con un poco de visión futurista y una eficiente y efectiva planificación para el desarrollo.
Lo que sí es cierto, que sólo verdaderos cisnes negros sobrevolando el mercado petrolero mundial, podrían lograr que en el corto plazo, los precios del petróleo regresasen al increíble monto de 100 dólares el barril.