En 2004, la revista Rolling Stone colocó a London Calling, de los británicos de Clash, en el puesto número 15 de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. La letra cobra nueva actualidad en 2012 con las noticias que llegan de Londres. Se inaugura la torre más alta de Europa, se celebran los juegos olímpicos y se evacúa a los marginales que viven en los bordes del río Támesis. Pero, sobre todo, se revela que los grandes bancos del mayor centro financiero del mundo estaban coludidos para manipular la tasa de interés intercambiaria Libor. Para el estado de la economía global, es un golpe duro y quizá definitivo al capitalismo tal como se le conoce hasta hoy.

Las hebras del escándalo se están recién develando y podrían golpear al sistema de manera insospechada. A los propios banqueros los toca en un momento en que la sociedad los sindica como enemigo interior del sistema. Personajes encerrados en una burbuja de opulencia, mimados por la academia y los gobiernos que les dieron carta blanca.

La manipulación, que consistía en fijar la tasa a un nivel artificialmente bajo para así inflar contablemente las utilidades de la banca, impacta de dos maneras. La primera, a través de los préstamos a las empresas y a las personas en el Reino Unido y Estados Unidos. Un impacto enorme pero a la vez local. Y la segunda, que impacta al mundo entero, es a través de los derivados financieros que usan la Libor como referencia. Basta imaginar a un fondo de pensiones que compra alguno de estos instrumentos para cubrir una posición en otro activo. Si se trata de buscar países afectados, el mayor daño estaría entonces en los exportadores de ahorro como Japón, China, Suiza o Chile.

Para muchos, ciudadanos o incluso observadores relativamente especializados, ha sido una verdadera sorpresa enterarse de que una de las variables clave del sistema financiero mundial no se fija mediante un sofisticado sistema informático en tiempo real. Es un club de amigos que a lo sumo tiene doce miembros, los que “informan” sus costos de financiamiento de corto plazo y extraen un promedio. ¿Cómo es posible que en plena globalización se haya mantenido un esquema así de arcaico y vulnerable a la manipulación? ¿Qué otras sorpresas nos tienen reservadas este selecto club?

El escándalo de la tasa Líbor que sacude Londres tendrá consecuencias mundiales. Coloca a los banqueros en el banquillo y pone de manifiesto que la desregulación a ultranza tiene sus días contados.

Curiosamente hay quienes dicen que la manipulación de la Libor permitió que los bancos siguieran prestando durante lo peor de la crisis de 2008. Eso publicó en su cuenta twitter Izabella Kamiska, reportera del Financial Times Alphaville con sede en Ginebra (una ciudad con muchos bancos). Otros como Alex Bailin (The Guardian), recuerdan que derivados como los swaps son productos over-the-counter. Esto es, no se transan en un mercado formal y sujeto a reglas, como los futuros sobre materias primas. En otras palabras, un mercado de US$ 250 billones en productos financieros funciona todos los días en base a un parámetro fijado por doce individuos cuyas fortunas dependen de ello. Ahora están todos en el banquillo, los banqueros y los políticos.

Lo señalado por Kaminska y Bailin no debiera sino aumentar nuestra intranquilidad. Yo quisiera saber ahora, ya, cómo se fija la tasa interbancaria en mi país. O en Brasil. Y tengo un largo listado de preguntas que con las semanas quisiera aclarar. ¿Las empresas de Eike Batista se fondean en Libor para cubrir sus asombrosas pérdidas? ¿Qué hay de Pdvsa? ¿O Cemex, que el año pasado perdió US$6.559 millones? ¿El fondo soberano de Chile solo tiene posiciones en renta fija  como afirman las autoridades? ¿Les suena?

“London Calling”, cantaban los Clash anunciando el estallido de guerra a ciudades distantes. Y ahora Londres llama a celebrar su torre gigante, las hazañas del deporte y el fin del mundo. Al menos del mundo que nos heredaron Thatcher, Reagan y Pinochet.