Mientras que los países de Europa Occidental no logran recuperarse de la Gran Recesión sino que parecen enfrentarse a una crisis todavía peor, los de Europa Central y Oriental, salvo Hungría, van a cumplir casi dos años de haberse recuperado. El economista Anders Åslund del Peterson Institute for International Economics ha escrito acerca de lo que “la Nueva Europa” le puede enseñar a “la Vieja Europa” en materia de combatir las crisis.

La ortodoxia del FMI –y entre la gran mayoría de economistas– es que ante una crisis lo peor que le puede pasar a un país es tener un tipo de cambio inflexible (léase usar el euro o, en nuestro caso, estar dolarizados). Esta corriente dominante presenta a la devaluación y a un mayor gasto público como pociones mágicas.

Pero lo que Åslund señala de los países de Europa Central y Oriental contradice esta ortodoxia. Estos países fueron severamente golpeados por la crisis entre 2008 y 2009 –sobre todo los bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), donde la contracción promedio llegó a ser de 15% del PIB en 2009–. Para 2010, ningún país de Europa Central y Oriental tenía un déficit superior a 4,5% del PIB y los países más golpeados por la crisis tenían superávits. Tampoco hubo la muy temida deflación ya que para 2011, la mayoría de estos países tenía una inflación de entre 3 y 4%. Hay dos lecciones importantes que nos dan los países de Europa Central-Oriental:

1.- Ninguno de los países con tipo de cambio fijo devaluó (a pesar de tener los mayores déficits de cuenta corriente). En cambio, hicieron una “devaluación interna”: redujeron los salarios y el gasto público. Åslund indica que la consolidación fiscal se dio tres cuartas partes por el lado de recortes de gasto y lo restante mediante aumentos de impuestos. Por ejemplo, el gobierno de Letonia cerró la mitad de los organismos del Estado y despidió a 29% de los empleados públicos y el de Lituania redujo los salarios de empleados públicos en un 20%. “Los recortes de gastos eran preferibles a los aumentos de impuestos porque el gasto puede reducirse mucho más rápido de lo que se pueden recaudar ingresos y la gente no aprecia aumentos de impuestos cuando reciben menos servicios públicos y subsidios”, explica Åslund.

2.- El populismo no es muy popular en una crisis muy seria. Dos de los gobiernos más radicales en cuanto a medidas de ajuste frente a la crisis, Estonia y Letonia, ganaron elecciones parlamentarias en 2010 y 2011 y partidos con programas similares ganaron elecciones en la República Checa y Eslovaquia en 2010.

Los países que en realidad redujeron el gasto público de manera rápida y drástica mientras que implementaban reformas que hicieron más eficiente a sus sectores públicos y más competitivas a sus economías, son los que hoy llevan ya dos años de crecimiento sólido. Åslund concluye: “Los países que han logrado el crecimiento más alto de las exportaciones y del PIB son Estonia y Lituania, seguidos de Letonia, mientras que otros países en crisis –Rumania, Hungría y Bulgaria– han tenido recuperaciones más lentas. Los tres primeros fueron líderes en realizar reformas estructurales durante la crisis, lo que parece ser la principal explicación de su considerablemente mejor desempeño”.