Actualmente, nadie duda que las pequeñas y medianas empresas son la columna vertebral del desarrollo de Chile. Sin embargo, la adopción de las nuevas tecnologías de la información y el comercio a través de Internet siempre ha sido lento. A veces, por falta de conocimiento y de confiabilidad en el sistema. La misma confiabilidad que, por ejemplo, entregan los bancos que hoy permiten y facilitan que miles de personas y empresas alrededor del mundo efectúen transacciones bancarias en línea.
En ese contexto, el país no está ajeno a las tendencias globales. El Servicio de Impuestos Internos, hace cerca de diez años comenzó a impulsar iniciativas para implementar un modelo para el uso de facturación electrónica. Este esquema, dicho de modo sencillo, permite a los contribuyentes generar documentos tributarios electrónicos que optimizan tiempo y recursos. Más específicamente, será justamente la Factura Electrónica el documento que incentivará la difusión de las actividades comerciales desarrolladas a través de Internet, respaldada por la seguridad técnica y jurídica que otorga el uso de la firma digital.
Un dato clave: las facturas electrónicas son 100% rastreables y cuentan con mecanismos para comprobar su autenticidad y validez tributaria. Esto implica una gran motivación para ser parte real del sistema y abordarlo sin miedo.
Por tanto, luego de la aprobación de la ley, en enero recién pasado, mucho se habla y discute de los beneficios que tendrá para las pymes la facturación electrónica. Ahorro en el uso del papel y almacenamiento, para comenzar. Tampoco será necesario timbrar facturas ni emitir talonarios. Los trámites serán, por decir lo menos, mucho más ágiles.
El nuevo contexto parece perfecto, porque si además se suman significativas mejoras en la competitividad del sector, aumento de la credibilidad financiera y modernización de los procesos de negocios, la facturación electrónica es claramente beneficiosa.
Ahora una pyme puede convertirse en una gran empresa y se tornará más atractiva para el sistema financiero. Un dato clave: las facturas electrónicas son 100% rastreables y cuentan con mecanismos para comprobar su autenticidad y validez tributaria. Esto implica una gran motivación para ser parte real del sistema y abordarlo sin miedo. Sin embargo, la única desventaja que pudiera generar temor o resistencia en el sector es la total transparencia que genera el uso de la Factura Electrónica. Ya no se podrán anular documentos de forma engañosa y en eso el Servicio de Impuestos Internos ha sido claro. La Factura Electrónica inyectará transparencia para un crecimiento sostenido y mejor fomento de políticas públicas.
Adicionalmente, el uso de la Factura Electrónica tiene positivos impactos medioambientales, ya que se disminuyen considerablemente los consumos de papel, tinta y transporte de documentos. De acuerdo a recientes estudios de la Cámara de Comercio de Santiago, “pasar de la factura tradicional a la electrónica no sólo ahorra enormes montos de dinero por el menor uso de papel, sino que tiene un impacto directo en la conservación de los bosques, uso de recursos hídricos y ahorro energético”, afirma el organismo. De hecho, se estima que el uso actual de la Factura Electrónica evita la tala de 120 mil árboles al año y se ahorran 8 millones de litros de agua y 2.685 millones de hojas de papel.
La invitación, entonces, es a entender los beneficios de la facturación electrónica y a perder el miedo a un paso modernizador importante. Eso ayudara a promover el crecimiento, la expansión y la rentabilidad del sector. También representa otro avance clave para la consolidación de los procesos digitales.