El crecimiento de las ciudades bolivianas es relativamente reciente en comparación con la historia de la urbanización de Buenos Aires, Sao Paulo o México DF, cuyas poblaciones aumentaron de forma acelerada principalmente entre 1950 y 1990. En Bolivia el proceso de urbanización se acelera a partir de 1992. Entre ese año y 2012 la población que vive en el área urbana pasó del 57% a 67%, todavía distante de la tasa de urbanización de América Latina de casi 80% en 2012.
Ismelda Chuvé y José Bailaba, un matrimonio con cuatro hijos que emigró de la comunidad Santo Rosario situada en la Chiquitanía, región del oriente boliviano famosa por las iglesias que los jesuitas mandaron construir en el siglo XVII, explican los motivos que los condujo a vivir en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. “Nosotros nos vinimos porque acá la vida es más cómoda. Aquí tenemos hospital cerca. Allá cuando nos enfermábamos teníamos que trasladarnos a 35 kilómetros. Por ese motivo nos vinimos” cuenta Ismelda. José explica que “Para hacer estudiar la secundaria a los muchachos teníamos que mandarlos fuera de la comunidad. Ahora aquí ya no tenemos que separarnos de ellos. Ese es otro motivo”.
La provisión de servicios básicos en las viviendas, la ampliación de la infraestructura sanitaria, mejoras en la calidad de la educación, en el transporte, el empleo, los ingresos y la seguridad ciudadana suponen desafíos a la gestión pública local y nacional. La equidad en la calidad de vida de los bolivianos está en juego. La urbanización y la metropolización son oportunidades para impulsarla.
La Paz y El Alto, situadas en el altiplano, Santa Cruz de la Sierra en el trópico y Cochabamba en los valles centrales, son las ciudades que han recibido más migrantes. Acogen actualmente al 37% del total de la población del país y forman un nuevo entramado urbano con dieciséis municipios que las rodean. Esta expansión urbana ha ocasionado que las cuatro ciudades lleguen a sus límites administrativos, en un proceso de conurbación que: i) congrega en conjunto al 47% de la población de Bolivia, ii) fortalece la interrelación económica, social, política y cultural entre municipios vecinos y, iii) impulsa la constitución y formalización de las áreas metropolitanas de La Paz-El Alto, Santa Cruz y Cochabamba, una situación prevista dentro de la nueva estructura del Estado Plurinacional de Bolivia, contemplada en la Constitución Política del Estado de 2009.
Datos del Censo de 2012 dan la oportunidad para dibujar una fotografía de la calidad de vida de la población metropolitana. Más del 90% de las viviendas de las cuatro grandes ciudades metropolitanas disponen de agua potable. Sin embargo, en tres de los veinte municipios metropolitanos la mitad de las viviendas consumen agua no potable proveniente de pozos, ríos o vertientes. Únicamente La Paz y El Alto ofrecen saneamiento básico a más del 80% de las viviendas, mientras que en Santa Cruz de la Sierra sólo la mitad de las viviendas cuenta con ese servicio. El 80% de las viviendas de la población rural de los municipios metropolitanos son de propiedad de sus habitantes, pero la calidad de esas viviendas en muy baja: todavía existen 131.965 viviendas con piso de tierra, con todos los riesgos que ello supone para la salud de sus habitantes. Siete de cada diez viviendas de los centros urbanos metropolitanos son atendidas por servicios de recolección de residuos sólidos. Esa proporción se invierte drásticamente en las áreas rurales metropolitanas: siete de cada viviendas no cuentan con ese servicio y eliminan sus residuos con prácticas altamente contaminantes: quemándolos o echándolos a los ríos.
Los diferentes niveles de calidad de vida registrados en los municipios metropolitanos constituyen una especie de síntesis de la sociedad boliviana, en la que se da una combinación de relativa prosperidad social con persistencia de desigualdad. De hecho, en Bolivia en los últimos 20 años se ha registrado, por ejemplo, un importante descenso de la mortalidad infantil de 32 puntos porcentuales, aunque la tasa de 50 por mil nacidos vivos registrada en 2008 duplica el promedio latinoamericano. Por otra parte, aunque el estrato medio de ingresos ha pasado de estar integrado por 2,1 millones a 5,3 millones de bolivianos, algo más de otros 4 millones todavía viven en situación de pobreza.
La provisión de servicios básicos en las viviendas, la ampliación de la infraestructura sanitaria, mejoras en la calidad de la educación, en el transporte, el empleo, los ingresos y la seguridad ciudadana suponen desafíos a la gestión pública local y nacional. La equidad en la calidad de vida de los bolivianos está en juego. La urbanización y la metropolización son oportunidades para impulsarla. Sobre estos temas gira el próximo Informe sobre Desarrollo Humano.
*Esta columna fue publicada originalmente en revista Humanum.