A raíz de cambios en la legislación anticorrupción peruana, muchas empresas están trabajando en la implementación de programas de compliance o modelos de prevención, como los llama la ley. Este trabajo se lleva a cabo mediante la instauración de una oficina encargada de la función de compliance, la preparación de políticas, así como realizando capacitaciones, campañas de difusión y concientización, entre otras acciones. De esta forma, las compañías podrán estar alineadas con los requisitos legales y las mejores prácticas corporativas.
En definitiva, un buen programa de compliance permite el adecuado desarrollo de un negocio y, al mismo tiempo, gestiona eficientemente los riesgos de corrupción. Si ello se cumple en una organización, significa que va por buen camino.
A primera vista, la implementación de un programa de compliance, para algunas empresas, puede parecer una tarea elaborada y costosa. No obstante, si bien la complejidad y alcance de un programa difieren según las características de cada organización, hay ciertos principios básicos que permiten trabajar este tema de forma correcta.
La práctica global de compliance en Baker McKenzie resume estos elementos esenciales en una guía especializada denominada "Five Essential Elements of Corporate Compliance". De acuerdo con este documento, los cinco principios son: liderazgo, evaluación de riesgos, políticas y controles, capacitación y comunicación, y supervisión. Sin embargo, dos de estos elementos –el liderazgo y la evaluación de riesgos- son particularmente relevantes para la implementación, la eficacia y la sostenibilidad de los programas de compliance.
El liderazgo es fundamental. Este tipo de programas deben ser impulsados y promovidos por una plana directiva comprometida con la ética y la integridad. La alta dirección de la empresa debe liderar la función de prevención y demostrar, con acciones concretas y con su ejemplo, que la respalda. No debe limitarse a aprobar las políticas y validar otros documentos del programa, sino también destinar los recursos materiales y el capital humano necesarios para su adecuado desarrollo.
De otro lado, la correcta identificación y evaluación de los riesgos de corrupción específicos que enfrenta la empresa resulta crucial. Esta actividad no siempre requiere la aplicación de métodos, clasificaciones y terminología técnica o muy compleja. Lo relevante es que la compañía evalúe detenidamente los procesos o actividades que le generan riesgos de corrupción y, a partir de este análisis, priorice esfuerzos y establezca controles adecuados para mitigarlos.
En definitiva, un buen programa de compliance permite el adecuado desarrollo de un negocio y, al mismo tiempo, gestiona eficientemente los riesgos de corrupción. Si ello se cumple en una organización, significa que va por buen camino.