“Nosotros somos paramilitares, macetos o convivir, como se les dé la puta gana llamarnos”
(Comandante Cañón, líder de las Convivir; Santander, Colombia, 1997)
Las Convivir o Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada fueron creadas por el decreto 356 que formó el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada en 1994, en el último año del gobierno de César Gaviria.
En Colombia, cuando el gobierno legalizó grupos de civiles armados para defenderse del crimen, grupos conocidos con el nombre de Convivir, lo que nació -hoy reconocen los colombianos- fue un Frankenstein.
Aquí en México hemos decidido copiar la receta, aun cuando conocemos el pésimo desenlace colombiano.
Las Convivir o Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada fueron creadas por el decreto 356 que formó el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada en 1994, en el último año del gobierno de César Gaviria.
Mediante este decreto se habilitó a los gobernantes de los estados (departamentos) de Colombia a que pudieran otorgarle personalidad jurídica a estos grupos de agricultores y hacendados que se comenzaron a armar a principios de los 90 para defender sus tierras y cultivos del crimen organizado.
Uno de los más fervientes promotores de las Convivir fue Álvaro Uribe, primero como gobernador de Antioquia y posteriormente como presidente. De tal forma que para 1997 había, según algunos cálculos, 414 grupos legalizados por el Estado con 120 mil miembros.
Menciono que según algunos cálculos porque uno de los primeros problemas que surgieron con las Convivir fue la incapacidad del Estado para supervisarlas y controlarlas.
Los gobernadores le dejaron el trabajo al Ejército y éste estaba demasiado ocupado luchando en contra del narco. Así, aun cuando el gobierno pensaba que había control, muchos de quienes se enlistaban como directivos de las Convivir eran miembros de grupos paramilitares.
Hoy, a 20 años de su legalización, es claro que esta medida de armar y legitimar a ciudadanos para ayudar en labores de seguridad que sólo debía de haber procurado el Estado fue el germen de las organizaciones paramilitares. De las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y de las Bandas de criminales emergentes, las Bacrim, que hasta la fecha tienen vínculos en México con el cártel del Pacífico y Los Zetas.
Grupos que prometían no tener vínculos con el crimen y que sólo utilizarían las armas para protección al final terminaron cometiendo graves violaciones a los derechos humanos.
A tal grado que Human Rights Watch las definió de esta manera: “Las Convivir desdibujan peligrosamente la distinción entre civiles y combatientes, lo que expone a los civiles a un mayor riesgo de ataques. En los casos que se exponen en este informe, mostramos que algunas Convivir han participado directamente en las hostilidades en coordinación estrecha con el Ejército y la Policía, y que han cometido graves violaciones del derecho internacional humanitario, en algunos casos con armas suministradas por el gobierno”.
El informe completo se puede encontrar aquí: http://www.hrw.org/legacy/spanish/informes/1998/guerra3C.html y detalla el nacimiento, auge y desastre de las Convivir. El Frankenstein colombiano que ahora hemos exportado a México.
*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.