Cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) revelan el impacto de la crisis global en las economías de la región, donde los cinco principales países de América Latina alcanzaron una inflación de un 12,1%, una de las más altas en los últimos 25 años. En tanto, naciones como Venezuela y Argentina enfrentan un panorama aún peor, puesto que datos revelan que estos países cuentan ya con una inflación interanual del 114% y 79%, respectivamente, lo que implica que sus monedas de curso legal han perdido cerca de la mitad de su valor en el último año.

En este sentido, las criptomonedas y la economía digital están ocupando, cada vez más, un puesto protagónico en la integración financiera, donde la región ha sido considerada como el séptimo mercado más relevante en adopción de esta nueva clase de activos. Puesto que la región latinoamericana representa una cuota del 9,1% del valor global de las criptomonedas recibidas en 2022, lo que se traduce en un aumento de un 40%, alcanzando los US$ 562.000 millones, donde las remesas y la alta inflación son los principales responsables del aumento de esta participación, según datos del informe de octubre de Chainalysis.

Sin duda, estos datos dan cuenta de cómo este mercado ha ido marcando una fuerte presencia a nivel regional, donde vemos una mayor curiosidad de parte de usuarios que no están insertos en este ecosistema, por aprender sobre esta tecnología y sus potencialidades financieras. A nivel latinoamericano, es evidente el interés de muchos inversionistas, no obstante, en el mundo se sigue considerando la inversión en criptomonedas como de largo plazo. El mismo reporte profundiza sobre los múltiples usos y beneficios de esta tecnología para el desarrollo de las naciones de Latinoamérica, los cuales van desde innovación en medios de pago, como activo refugio ante las olas inflacionarias y la incertidumbre global hasta la potencialidad de convertirse en un estándar monetario global.

A esto se suma, su aporte en los procesos de trazabilidad, la menor necesidad de recursos físicos y almacenamiento que impone el sistema financiero tradicional, la integración de redes de pago, junto con el rol que éstas cumplen en las remesas, favoreciendo la libre transacción monetaria entre países sin costos asociados, de manera fácil, segura e instantánea, donde inclusive bancos centrales están evaluando su incorporación y aprovechar sus beneficios.

En una economía cada vez más debilitada, las criptos ofrecen una alternativa viable que, si bien requiere de procesos de adaptación, regulación y de múltiples retos y desafíos, no debe ser vista como ajena al mercado financiero tradicional, sino que complementaria. Vemos casos como el de Venezuela donde su moneda nacional, el bolívar, se ha depreciado en más de un 100.000%, y su participación en este mercado ha ido en sostenido aumento en los últimos años relacionada a transacciones con monedas estables.

En tanto, Chile, un país que está ad portas de poner en marcha una Ley Fintech que regule a la industria de las criptomonedas, también es el primer país de la región en términos de volumen de operación con aplicaciones DeFi (finanzas descentralizadas), lo que permite prestar, comerciar, apostar y tomar prestados tokens de todo tipo: una actividad especulativa con un riesgo significativo y potencial alcista, según datos del Geography of Cryptocurrency del Chainalysis de octubre 2022.

Estudios de la industria proyectan, también, que el metaverso podría ser un factor determinante en el crecimiento de las economías de América Latina, aportando más de US$ 320.000 millones o un aproximado del 5% de su PIB para los próximos 10 años.

Pese a estos importantes beneficios, la educación financiera debe jugar un rol estratégico para convertirse en el puntapié inicial hacia el empoderamiento del mundo cripto, su masificación y entregar mayor competencia y dinamismo al mercado financiero actual.