Recientemente se ha mencionado en prensa sobre una potencial salida de México del Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), a partir de las solicitudes de consulta para la solución de controversias al amparo de este tratado que Estados Unidos inició. Dichos procedimientos de consulta tienen como origen algunas acciones políticas y regulatorias que el Estado mexicano ha tomado, y que han tenido impacto en las empresas del sector energético de dicho país. Por su parte, el Gobierno de Canadá ha mencionado su apoyo a dicha solicitud, e informó que también iniciará el mismo proceso de consulta.

Entre las violaciones al T-MEC argumentadas por el Gobierno de Estados Unidos se encuentran (i) el cambio en el orden de despacho eléctrico; (ii) el rechazo para el otorgamiento de nuevos permisos y la revocación y retraso en la renovación de permisos para generación eléctrica y almacenamiento de productos petrolíferos y (iii) las restricciones a la operación de estaciones de servicio e importación de combustibles por parte de las autoridades mexicanas encargadas de dichos temas.

En respuesta a ello, la prensa ha señalado que, con base en algunas declaraciones del Gobierno, existiría la posibilidad de que México buscase su salida del T-MEC, en caso de que la soberanía nacional en materia energética estuviese en riesgo.

Sin entrar a valorar las posibilidades de que esto pueda llegar a suceder, interesa poner sobre la mesa qué representa para México, en materia de inversiones, ser parte del T-MEC. De acuerdo con el reporte mensual a julio de 2022, emitido por Transactional Track Record (TTR) para México, de las 124 adquisiciones reportadas de enero a julio de 2022, 82 se relacionan con adquisiciones por parte de empresas de Estados Unidos de empresas mexicanas y cuatro con adquisiciones por parte de empresas de Canadá, de empresas mexicanas. Es decir, de un total de 124 operaciones, 86 adquisiciones se han realizado por parte de los dos socios de México en el T-MEC. El monto total de dichas operaciones es de US$ 4.367.220.000 y representa aproximadamente el 82% del monto total de todas las adquisiciones realizadas por empresas extranjeras en México durante dicho periodo.

De acuerdo con los términos del T-MEC, los países miembros pueden acceder a diversos beneficios en cuanto a aranceles, costo y calidad de la mano de obra, costos de transporte, infraestructura, reglas para la inversión de capitales y su repatriación, entre otros, siempre y cuando se cumplan las reglas de origen y otras condiciones establecidas en el T-MEC. Si México dejara el T-MEC, dichos beneficios ya no estarían disponibles para los inversionistas de Estados Unidos y Canadá, lo que abriría la puerta para que busquen otros lugares para llevar sus inversiones. Esto seguramente representaría una salida de México de un monto importante de inversiones.

El T-MEC tiene una vigencia de 16 años a partir del 1 de julio de 2020, y conforme a sus términos, está sujeto a revisión cada seis años. Al momento de dicha revisión, los países miembros deben confirmar si desean prorrogar la vigencia por otros 16 años. En caso de que alguno de los países miembros no confirme su intención de prorrogar el tratado, el mismo será revisado cada año hasta cumplir el plazo vigente en ese momento. El T-MEC no contempla un mecanismo de salida inmediata para cualquiera de los países miembros. Sin embargo, cualquiera de las partes podrá denunciarlo en cualquier momento, denuncia que surtiría efecto a los seis meses, en cuyo caso el tratado continuaría en vigor para las partes restantes.

Por último, en respuesta a los rumores de la salida de México del T-MEC, el secretario de relaciones exteriores del país afirmó que no está considerando dejar el tratado, y que las diferencias con Estados Unidos y Canadá podrán resolverse mediante los procedimientos allí previstos.