Tanto el desempleo como la inflación están siempre monitoreados por toda la sociedad. Moros y cristianos por igual están atentos a sus datos. El problema que hay en esto es que la medición de ambos problemas, aún si fuera siempre rigurosa y transparente, provoca suspicacias de todo tipo. Estos dos fenómenos siempre están presentes, y entran al debate político e ideológico cuando sus números elevados nos advierten que han surgido dos patologías económicas graves que hay que diagnosticar y resolver hasta dejarlos en un nivel mínimo.

En esta ocasión me encargaré de ver y analizar datos recientes sobre el desempleo mexicano y otros indicadores del mercado laboral. La información disponible es confiable y permite llegar, como veremos enseguida, a conclusiones sólidas sobre lo que pasa en dicho mercado.

En la cultura cristiana los jinetes del Apocalipsis conocidos (la muerte, la guerra, el hambre y las enfermedades) están incompletos. La alta inflación y el alto desempleo rematan a veces el cuadro apocalíptico en el capitalismo de nuestros días. Y combatir ambos es obligado para fortalecer la democracia y sus instituciones.

La tasa de desempleo (TDA), expresa la proporción entre los desempleados y la población económicamente activa (PEA), casi siempre es baja por la sencilla razón de que los subempleados (personas que tienen involuntariamente jornadas laborales pequeñas) más los que se quedan disfrazadamente desempleados en su casa (que por muchas razones declaran no buscar un empleo) forman un contingente cuantioso. Así, la población subempleada y la del desempleo disfrazado, por  lo tanto, hacen que la TDA casi siempre salga muy baja. El último dato de ésta en el cuarto trimestre del 2015 fue de 4,16%, siendo de 6,15% la más alta entre 2005 y 2015, justo durante el tercer trimestre de 2008; y el más bajo de este mismo periodo se dio en el cuarto trimestre de 2005 (3,12%). Como se puede apreciar estos datos de la TDA pueden suscitar incredulidad, pues haciendo sociología de banqueta se percibe que la dimensión real del desempleo parece estar muy por encima de estas estimaciones oficiales.

Para mostrar con los mismos datos oficiales la cruda realidad del mercado laboral mexicano hay que escarbar un poco más. Y para ello es importante recurrir al viejo y útil concepto teórico de Marx de “Ejército Industrial de Reserva” (EIR), cuya función principal es regular los movimientos de los salarios, tanto para subirlos como para bajarlos. Cuando el EIR sube los salarios tienden a bajar; cuando el EIR baja los salarios tienden a subir. El reto es cómo convertir el EIR en un concepto medible para no hacer de éste una pomada milagrosa para explicar el bajo nivel de poder adquisitivo de los salarios mexicanos. Y la solución ya existe, muy ingeniosa y sólida, por cierto, como veremos enseguida.

Como no se pueden sumar peras con manzanas, lo que hay que hacer es estimar la proporción de los desempleados activos, de los desempleados disfrazados (pasivos) y de los subempleados respecto a un común denominador: la PEA Potencial (PEAP), que se calcula sumando la PEA con la PNEA (población no económicamente activa “disponible”, ojo). 

De esto salen tres porcentajes que sumados nos dan el famoso EIR. Entre los usuarios convencionales de este indicador laboral esto se llama “Brecha Laboral” (BL), atribuible a dos investigadores de la NBER (Blanchflower y Levin) y adoptada recientemente para México por el Prof. Jonathan Heath, colega y amigo de la UAM-A. 

¿Qué indican las cifras porcentuales de la BL o EIR entre 2005 y 2015? Veamos uno por uno, poniendo énfasis en el último trimestre del 2015, agradeciendo a Vanessa Loera el ordenamiento estadístico para escribir este texto. 

Los desempleados activos (que están buscando chamba, aún con la esperanza de encontrarla) en relación a la PEAP, representaron último trimestre del 2015, 3,75%, ubicándose entre el más alto (5,5%) y el más bajo (2,8%) de los observados en esta última década. Desde el tercer trimestre de 2009 a la fecha su tendencia es decreciente.

Los desempleados pasivos (fastidiados de buscar y no encontrar chamba, están metidos en su casa haciendo “algo”) en ese mismo trimestre del año pasado fueron 9,91% de la PEAP. En la década considerada este dato nunca ha sido menor de 9%. Sin embargo, también desde el tercer trimestre de 2009 a la fecha su tendencia es decreciente.

Los subocupados o en el desempleo disfrazado (trabajan involuntariamente menos horas de las pueden o quieren trabajar) fueron el 7,40%. Este es el grupo menos vulnerable y sus razones para tener una inserción parcial en el mercado laboral son diversas. Como en los dos rubros anteriores, desde el tercer trimestre de 2009 a la fecha su tendencia es decreciente.

La suma de los tres porcentajes anteriores da 21,06% , que es lo que constituye la BL o EIR. Esta quinta parte de la "fuerza laboral potencial" juega su papel en la determinación de los salarios, sobre todo de los salarios mínimos. Es innegable que, en general, se trata de un contingente laboral de reserva que debilita la posición de los trabajadores frente a los patrones, sobre todo cuando la economía tiene un crecimiento bajo o mediocre. Es quizá previsible que en circunstancias opuestas, si llegara a subir el crecimiento económico por arriba de la tasa media observada de las últimas dos décadas, por ejemplo, se abriría una etapa favorable a los trabajadores, especialmente para los más calificados. 

Es bastante evidente que los migrantes mexicanos hacia Estados Unidos -desde 1995 a la fecha- han evitado el ascenso acelerado de este numeroso EIR. En el “otro lado” se ha formado un mercado laboral mexicano “flotante”, paralelo al que hay en México. Hay que reconocer que tales migrantes juegan un doble papel en México: por una parte despresurizan el mercado laboral interno sin llegar a vaciar el EIR (estamos muy lejos de ello) y, por otra parte, con las cuantiosas remesas que envían a sus familias despresurizan el impacto social del mismo EIR. No hay duda del papel crucial que los millones de mexicanos en el exterior tienen en los equilibrios económicos y sociales actuales. Nadie lo niega, pero tampoco hay un genuino reconocimiento gubernamental a sus contribuciones que van mucho más allá de las remesas que envían diariamente.

Ya no es posible quedarse solamente en el seguimiento de la TDA para calar la magnitud del desempleo. Los componentes de la BL o del EIR, dan cuenta con realismo de lo que sucede en el mercado laboral mexicano, donde se resuelve las condiciones materiales de millones de familias, sobre todo si la política social tiene un papel subsidiario raquítico.

En la cultura cristiana los jinetes del Apocalipsis conocidos (la muerte, la guerra, el hambre y las enfermedades) están incompletos. La alta inflación y el alto desempleo rematan a veces el cuadro apocalíptico en el capitalismo de nuestros días. Y combatir ambos es obligado para fortalecer la democracia y sus instituciones.