Hace 25 años que la Eurozona no registraba una inflación tan alta: 7,5% interanual en abril. En este lado del mundo, la situación no es muy distinta. Estados Unidos tuvo en marzo su mayor incremento interanual en 40 años, al dispararse el costo de la vida un 8,5%. América Latina tampoco es la excepción, pues Chile lleva un alza de este indicador de 10,5% en los últimos 12 meses.
¿Cuándo la inflación cederá? Es una pregunta por la que, básicamente, todos en el mundo se están tomando la cabeza. Esto incluye a los propios bancos centrales que ven cómo las alzas de tasas (aún) no son capaces de frenar el alza de precios.
Creíamos que la inflación podría ralentizarse en los próximos meses, sin embargo, las noticias desde China no son alentadoras. Casi uno de cada cuatro ciudadanos de dicho país se encuentra bajo alguna medida de restricción por la pandemia. A esto, hay que sumar la prolongación del conflicto entre Ucrania y Rusia, lo que está poniendo una presión enorme en los precios de los commodities; es cosa de ver que el petróleo ha más que duplicado su precio en el último año. Finalmente, tenemos a la Reserva Federal (Fed) ,que concretó el alza de tasas más alta de dos décadas.
Es el cóctel (casi) perfecto para que todos los precios se “inflen”. Con esta inflación rampante y sin señales de retroceder, los recursos que hoy tenemos en el bolsillo pierden valor cada día.
Entonces, ¿dónde nos refugiamos? Vamos a los índices. La cotización del Dollar Index, que muestra el rendimiento del billete verde frente a las principales monedas del mundo, ha mostrado fuertes alzas en medio de expectativas de una Fed más agresiva en las alzas de tasas. En Chile, por ejemplo, el billete verde está casi en máximos históricos.
¿Dónde más? Podemos mirar el S&P 500. Es cierto que las decisiones de la Fed han impactado por estos lados, pero también hay que ver que las últimas entregas de resultados del rubro tecnológico han dado positivas señales, después de que en el último trimestre de 2021 los resultados fueran casi todos en rojo. Esto nos podría dar espacio para creer que las tecnológicas podrían volver a la senda de la recuperación antes de lo que pensábamos.
Finalmente, el oro es el refugio clásico para guarecerse en estos tiempos de incertidumbre. Desde que se registró el primer caso de coronavirus en Wuhan a fines de 2019, este metal ha tenido un incremento de casi un 20% en su valor. En el corto plazo, no se avizoran motivos para que su precio sufra mayores variaciones, y si es que las hay, es más probable que sean al alza.
La inflación no se va a ir pronto y tendremos que adaptarnos a este nuevo escenario. Incluso, puede llevar a que tengamos que repensar nuestras formas de inversión, pues venimos de décadas en que el costo de la vida se mantuvo en niveles históricamente bajos. Finalmente, creo que hay que considerar algo que se ha definido como “de-globalización”. En las principales potencias del mundo existe el debate sobre repotenciar las industrias locales para fortalecer los mercados internos y disminuir su dependencia externa. Adivinen qué va a provocar eso: precios más altos.
Por eso, la inflación, al menos por ahora, no se va a desinflar.