La mayoría de nuestra clase política, con el gobierno a la cabeza, no ha terminado de comprender el principal beneficio de dolarizar una economía: elimina el poder de los políticos sobre el valor del dinero.

Considerando esto, es una tremenda ironía que ahora se venga a justificar todo tipo de intromisiones del Estado (léase los políticos) en las transacciones de los individuos pretendiendo defender la dolarización. No pudiendo devaluar, ahora quieren controlar lo que los ciudadanos podemos hacer con nuestros dólares.

La dolarización se fortalece dándole más libertad a los individuos para tomar decisiones en el ámbito económico. Esto se hace eliminando los impuestos y las restricciones a los movimientos de capital, a la manera del modelo de integración financiera de Panamá, país que nació dolarizado en 1904 y no tiene un banco central.

Desde hace varios años se impuso un impuesto a la salida de divisas (ISD) que con la intención de impedir la salida de capitales está desalentando su entrada. Basta compararnos con nuestros vecinos para ver que esto ha ocurrido.

Desde julio se han implementado mayores restricciones a las importaciones argumentando que un creciente déficit en la balanza comercial “amenaza la dolarización”. No importa que haya evidencia de que el principal promotor de las importaciones ha sido el mismo gobierno con su creciente gasto público, junto con políticas que desalientan la inversión y la producción, ni que el déficit en realidad no amenace a la dolarización puesto que la balanza comercial se equilibra automáticamente como lo explicara hace mucho David Hume.

Este último mes se han adoptado varias medidas para “elevar la liquidez”. Entre esas medidas está la que requiere elevar los aportes de la banca privada al Fondo de Liquidez, fondo que no merece tal nombre dado que a fines del año pasado había invertido 85% de sus recursos en el sector público y no se sabe específicamente en qué papeles o instituciones se invirtieron esos recursos. Así que cuando las autoridades hablan de este fondo como algo necesario para elevar la liquidez, en realidad se refieren a aumentar la liquidez del fisco a cuestas de la liquidez del sistema financiero nacional.

Otra medida convierte al Banco Central en intermediario para todas las transferencias de dinero provenientes del exterior. Aunque el presidente del directorio del BCE, Pedro Delgado, diga que esto es algo que siempre se ha hecho desde que estamos dolarizados, hay una gran diferencia entre reportar los flujos de capitales como se lo había venido haciendo y exigir que se deposite un valor igual al de estos flujos entrantes en una cuenta del BCE. Por muy temporal que sea el periodo en que el BCE retenga estas divisas, esto no deja de ser una incautación que provoca la gran interrogante: ¿con qué propósito?

Nuevamente, nos dicen que esta intromisión también es para salvaguardar la dolarización. No obstante, en dolarización la oferta monetaria se ajusta automáticamente y estamos continuamente apegados al tipo de cambio real. Además, han pasado varios gobiernos por Carondelet desde el 2000 sin tener estos poderes y la dolarización ha funcionado bien.

La dolarización se fortalece dándole más libertad a los individuos para tomar decisiones en el ámbito económico. Esto se hace eliminando los impuestos y las restricciones a los movimientos de capital, a la manera del modelo de integración financiera de Panamá, país que nació dolarizado en 1904 y no tiene un banco central.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.