…les propuso Hannibal Lecter a unos niños, “jugaremos a los chanchitos y al lobo”, y claro, terminó comiéndose realmente a sus compañeros de juego. Eso es exactamente lo que les pasa a los hombres de negocios que hacen tratos con gobiernos populistas.
Así, al grito de “¡Vamos por todo!”, el gobierno de la millonaria Cristina Kirchner ordenó la confiscación de las acciones que la empresa española Repsol tenía en la petrolera argentina YPF. Y para seguir con fidelidad al lema, dicen que también procederán igual con los socios argentinos. De las declaraciones de funcionarios kirchneristas parece que no piensan pagar un centavo por lo sustraído. Todo a pesar de que los grupos propietarios de YPF eran carnales del gobierno hasta hace pocas semanas. También llama atención la reacción del gobierno español, declaraciones altisonantes de apoyo a las empresas españolas, que se disuelven en agua de borrajas.
Ante esto, no esperó mucho Evo Morales, él siempre tan original, en meterle el diente a otra empresa española del sector energético. Las nacionalizaciones son política y electoralmente rentables. En la mitología marxoide con la que se educa en América Latina, las empresas extranjeras han venido a estos países a succionar los recursos naturales a cambio de puchuelas, entonces cualquier medida en contra de ellas es una “recuperación” que debe ser aplaudida. Ya van a ver cundir entre los gobiernos socialistas del siglo XXI una epizootia de nacionalizaciones. Y las víctimas preferidas serán las corporaciones españolas, porque es una manera de castigar a los ibéricos por haber elegido un gobierno de derechas. Ya no está Zapatero, el amigo de los déspotas, sino Rajoy... quien además no hará nada.
Ya van a ver cundir entre los gobiernos socialistas del siglo XXI una epizootia de nacionalizaciones. Y las víctimas preferidas serán las corporaciones españolas, porque es una manera de castigar a los ibéricos por haber elegido un gobierno de derechas.
Los populismos son regímenes impredecibles, que gobiernan a base de encuestas que reflejan el variable humor de las multitudes, cuya manipulación es la principal sino la única preocupación de sus gobiernos. Desde luego que no son socialistas, cuando se trata de obtener efectivo no vacilan en hacer contratos con las más recalcitrantes compañías transnacionales... y estas por supuesto que no son capitalistas y mucho menos liberales. Además, para eso son trans-na-cio-na-les, si una dictadura destroza un país, no es su problema, total no es el de ellos. Bisnes ar bisnes, esa es la excusa de la miopía cortoplacista de los bisnesmanes, que son la negación del empresario.
No propongo un ambiente hostil para negocios, todo lo contrario, pero los verdaderos empresarios no cepillan a los autócratas y a sus representantes con coctelitos, sino que presionan a sus gobiernos, para que estos impulsen procesos que lleven a sistemas abiertos y transparentes en todo el mundo, única posibilidad de un crecimiento sostenido y sostenible. Tales sistemas traerán prosperidad a todos y perdurable riqueza a los verdaderos emprendedores. Pero para eso es necesaria consistencia conceptual y visión de futuro, virtudes que hoy están escasas, especialmente por estos rumbos.
*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.