Según un estimado reciente de las Naciones Unidas, la población mundial acaba de establecer un hito, ya que superó el umbral de los 7.000 millones de seres humanos. Hace apenas un siglo, el número rondaba los 1.000 millones. En una sola centuria, aumentó siete veces, en gran medida gracias a los avances sin precedentes alcanzados en las áreas de las ciencias y la tecnología. Y aunque aún falta mucho por hacer, hoy, en promedio, los individuos menos favorecidos del planeta están mejor alimentados y tienen una expectativa de vida muy superior a la de sus ancestros. No obstante, males globales como la desnutrición, la malaria y el cólera siguen azotando nuestro planeta con una incidencia muy alta.
¿Qué depara el futuro, qué ocurrirá durante los próximos cien años? Los expertos predicen que el crecimiento demográfico orbital se acelerará en aquellos países que hoy presentan los más bajos índices de desarrollo y que, para completar, suelen ser los que están peor gobernados.
Si el mundo como un todo lograra elevar la calidad de vida (mejorar aspectos esenciales como salud, educación y seguridad humana) y la gobernabilidad de esos países, podría acceder a una gigantesca fuente de potencial humano. El liderazgo de una empresa de tal magnitud debería ser asumido por las naciones desarrolladas y por los líderes del sector tecnológico, que cuentan con la experiencia suficiente para saber cómo alcanzar los objetivos inherentes. Por el contrario, si los líderes flaquean en sus esfuerzos por responder a este desafío, tendrían que afrontar un enorme cúmulo de consecuencias negativas. Si no somos capaces de ofrecer oportunidades apropiadas de educación y empleo a los jóvenes de las naciones emergentes, muchas de las cuales presentan altísimos niveles de volatilidad, deberemos resignarnos a presenciar el advenimiento de descarnadas oleadas de violencia, promovidas por un alto grado de frustración.
En la era de Google y Facebook, prevalecerán la transparencia y los conocimientos compartidos por las multitudes. De hecho, tal vez sean éstos los únicos medios con la capacidad para perfeccionar continuamente un planeta habitado por más de 7.000 millones de personas. Aparecen nuevas dudas de cara al futuro. ¿Cómo se administrarán los recursos finitos? ¿Cómo podrán los ciudadanos asegurarse de que sus representantes electos respondan a la confianza depositada en ellos?
En conclusión: los nuevos métodos, al facilitar el acceso y el análisis de datos, se traducirán en nuevos empleos y en mayores tasas de crecimiento.
Las nuevas tecnologías ponen un volumen cada vez mayor de información al alcance de las personas comunes. No está lejos el día en que los ciudadanos que deseen obtener información por iniciativa propia podrán saber, de manera ágil y sencilla, si sus gobernantes están resolviendo los asuntos de gravedad de los que habían prometido ocuparse. Veamos, a manera de ejemplo, una aplicación móvil desarrollada por Recovery.gov, un sitio virtual que rastrea el gasto del gobierno estadounidense bajo la Ley de Recuperación y Reinversión de 2009, simplifica considerablemente las labores de cualquier persona que desee enterarse en detalle de cómo se invierte cada dólar aportado por los contribuyentes norteamericanos.
En conclusión: los nuevos métodos, al facilitar el acceso y el análisis de datos, se traducirán en nuevos empleos y en mayores tasas de crecimiento.
Con esto en mente, SAP unió fuerzas con el Fondo de Población de las Naciones Unidades (UNPA, por sus siglas en inglés) para elaborar un diagrama esquemático para el análisis de la información disponible. Mediante su uso, cualquier persona podrá acceder a la información pertinente a un país. Si se tratara de Paquistán, el interesado podría enterarse de que sólo el 21% de los 42 millones de infantes que viven allí está matriculado en escuelas de secundaria. Esto significa que apenas uno de cada cinco niños tiene acceso a ese nivel de educación. De ese porcentaje, sólo el 43% corresponde a estudiantes del sexo femenino. En consecuencia, si el usuario es un joven parlamentario paquistaní, un experto en políticas educativas o simplemente una persona que, como usted, desea que los representantes asuman las responsabilidades adquiridas ante el electorado, podrá contar con una poderosa herramienta de información que le permitirá propender por una mejor educación para la generación que está creciendo, especialmente la de estudiantes del género femenino.
Hasta hace poco, un análisis de esta envergadura habría tomado meses, pues habría demandado la recopilación de datos provenientes de cientos de miles de hojas de cálculo aportadas por una amplia multiplicidad de escuelas, departamentos y agencias gubernamentales. Además, habría sido complejo y oneroso. Hoy, gracias al mencionado desarrollo de SAP, cualquiera puede acceder a los datos que ofrecen múltiples agencias de las Naciones Unidas y analizar la información disponible. Los datos y, más importante aún, la herramienta apropiada para analizar la información disponible, están en manos de las personas, no sólo de Paquistán, sino de todos los países rincones del planeta.
La aseveración de que las últimas tecnologías cuentan con la capacidad para resolver problemas de esta índole y envergadura puede sonar hiperbólica. Una considerable porción de lo que se requiere para superar desafíos de gran alcance como la seguridad alimenticia y la inequidad en la salud, demanda un enorme esfuerzo y unas sustanciales inversiones de capital.
Sin embargo, las nuevas tecnologías pueden garantizar que los fondos disponibles y el sudor de los individuos dedicados a superar estos desafíos no se perderán en el vacío. Las manecillas del reloj avanzan y nos corresponde demostrar el liderazgo, establecer las asociaciones y realizar las inversiones necesarias para responder a este desafío, en nombre y beneficio de los próximos 7.000 millones de seres humanos que habitarán mañana nuestro planeta.