Existe un tema central para entender el funcionamiento de los mercados, la toma de decisiones de los agentes económicos, inversores, ahorradores, empresas y consumidores, particularmente cuando la toma de decisiones se hace en un contexto de alta imprevisibilidad.
Los agentes económicos, en sus decisiones, no buscan necesariamente los entornos más amigables para hacer negocios. Lo que buscan son entornos más previsibles, incluso si las condiciones para hacer negocios no son necesariamente las más favorables. Esto sucede porque la previsibilidad permite mejorar la identificación y mitigación de riesgos, la evaluación y la fijación de precios y cálculos de costo-beneficio.
Pero cuando el contexto es muy imprevisible o existen nuevas fuentes de incertidumbre, los agentes económicos reevalúan sus decisiones y en condiciones normales tienden a ser más reacios al riesgo.
En otras palabras, en un contexto volátil, las inversiones más saludables para la economía y la sociedad son desplazadas por inversiones más especulativas con menores retornos sociales, afectando no solo al tipo de inversión, sino también a su ubicación geográfica. A final, el capital es fungible y hay enorme competencia y mucha movilidad de capital.
De hecho, vivimos tiempos de grandes cambios, muchos de ellos rápidos e intensos, que están haciendo que el entorno sea mucho menos predecible y por ende menos amigable para inversiones saludables.
Para citar algunas de las fuentes más relevantes de imprevisibilidad, pensemos en la pandemia, el cambio climático, los rápidos e intensos cambios tecnológicos y la digitalización, los cambios geopolíticos, los cambios en las relaciones internacionales, y la creciente concentración de mercados a nivel global, por nombrar algunos. Estos y otros cambios han tenido importantes impactos en los mercados desde diferentes perspectivas.
Los países emergentes como los de nuestra región, tienden a verse particularmente afectados, ya que esas fuentes de incertidumbre se ven amplificadas por las circunstancias específicas de la región. Estos cambios y perturbaciones alteran las finanzas públicas y, en última instancia, limitan la capacidad de inversión pública en infraestructura y otros sectores críticos para el desarrollo. Esto es lo que está sucediendo en muchos países de la región.
Ni siquiera la inmensa liquidez de los mercados internacionales tuvo los efectos deseables de incrementar significativamente los flujos de inversión extranjera directa hacia la región. Pero la región necesita volver a crecer no solo por el profundo estancamiento resultante de la pandemia, sino también por la desaceleración que ya se había registrado años antes. Ciertamente necesitamos que los mercados financieros cumplan su rol y apoyen a la región, especialmente en un contexto como este y en un contexto de nuevos desafíos.
Y en un contexto tan complejo e incierto, ¿con una mirada en el sector privado, ¿cómo pueden ayudar los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD)? En América Latina, los BMD en conjunto colocan alrededor de US$ 40.000 millones anuales, lo que representa alrededor del 25% de la inversión extranjera directa en promedio anual para la región. Es decir, es poco.
Tienen entonces que asignarse de forma muy estratégica, selectiva e inteligente los recursos de los BMD para reducir costos e incertidumbres y atraer inversores privados a las áreas que más necesitamos. Esta agenda debería incluir la agenda de transición energética, la agenda de transición tecnológica y la agenda ESG.
Pero, además del crédito, es necesario también trabajar para reducir los costos de entrada del sector privado en los negocios y movilizar recursos. Después de todo, no hay escasez de recursos. Lo que hay es un entorno incierto que aleja los recursos privados de la región. Es necesario entonces reducir el riesgo de las operaciones privadas, especialmente aquellas de mayor interés económico y social para los países.
¿Cómo pueden ayudar las BMD? Los BMD pueden aportar recursos para estudios de prefactibilidad y estructuración de proyectos, brindar asesoría financiera en APP, dar cooperación técnica en favor de operaciones, otorgar financiamiento y cofinanciamiento, créditos subordinados, operaciones A / B, dar garantías, brindar apoyo en la emisión de bonos temáticos, operaciones en moneda local y otros.
Es también necesario apoyar a los países en la identificación de inversiones con mayor impacto económico y social, en sectores que ayuden a diversificar la producción, reducir la exposición a cambios en los términos de intercambio, diversificar riesgos y generar muchos empleos de calidad.
También es necesario apoyar a los países para que desarrollen una agenda de crecimiento sostenible pero también sostenido, con inversiones que contribuyan al fortalecimiento económico y por ende reduzcan la exposición al crecimiento rápido seguido de colapsos profundos y con proyectos que permitan cerrar brechas en favor de la población más vulnerable. Finalmente, también se hace necesario armar una agenda que ayude a superar las fallas de mercado que impiden que la región crezca más y mejor.