La base del buen funcionamiento de cualquier institución es la confianza que transmita, tanto de forma interna como externa. Porque la reputación de una organización es un arma de doble filo: puede impulsar el crecimiento o hundirla sin compasión. Y es justamente esa misma confianza lo que generara lazos con los clientes, ayuda a establecer vínculos comerciales, a levantar capitales con inversionistas, a generar financiamiento y a construir compromiso y lealtad por parte de la comunidad de negocios.
Destruir la reputación de una empresa es un trabajo fácil. A diario vemos cómo distintas instituciones pierden credibilidad por innumerables motivos. Emblemático es la colusión de las farmacias, la colusión de las empresas faenadoras de pollos y recientemente el caso SQM, Penta y papeles. Por tanto, ganar confianza es un trabajo intenso y de largo plazo, ya que muchas veces el querer únicamente hacer las cosas bien no es suficiente. Hay que demostralo.
En Chile, hace varios años, se está trabajando en optimizar el Gobierno Corporativo de las sociedades anónimas, principalmente, para poder dar garantías a los inversionistas minoritarios de las empresas y de esa forma incluirlos en la toma de decisiones.
Desde esa perspectiva, el interés de los Gobiernos Corporativos o Gobernanza Societaria, definido como un conjunto de normas que regulan a los distintos actores que gobiernan en una empresa (accionistas, directorio y alta administración), resulta más urgente hoy que ayer. En Chile, hace varios años, se está trabajando en optimizar el Gobierno Corporativo de las sociedades anónimas, principalmente, para poder dar garantías a los inversionistas minoritarios de las empresas y de esa forma incluirlos en la toma de decisiones.
En una mirada macro, la regularización y estandarización de los Gobiernos Corporativos permite al mercado local asentarse a nivel internacional, volviéndose más atractivo para inversionistas extranjeros y mucho más confiables para inversionistas nacionales. Genera, en otras palabras, desarrollo financiero y crecimiento económico.
Sin embargo, ¿están los empresarios chilenos realmente dispuestos a transparentar su información por un bien común? Ante un sencillo análisis la respuesta parece ser que no. El bien común no entrega el máximo de utilidades a la administración o a los inversionistas de una compañía. En una buena mayoría de casos los más afectados por situaciones irregulares son los clientes.
La norma de carácter general N341 establece criterios en la difusión de información para Gobiernos Corporativos en las sociedades anónimas. Y si bien esta normativa obliga a contestar y publicar un cuestionario anual, no exige aplicar los principios contenidos en ésta. Chile registra un significativo número de empresa que pueden y deben contestar esta normativa, pero su aplicación genera un largo listado de aprensiones que no agiliza su uso.
Por ello, la presencia de un ente externo que regule su funcionamiento impediría la flexibilidad moral o incluso legal que hoy se maneja en instituciones de todo tipo, situación frente a la que organismos regulatorios parecen ser ciegos ante lo que para todos es evidente.
Contar con un buen equipo de Gobierno Corporativo no sólo genera un impacto en la reputación de la empresa, sino que también protege al accionista minoritario, genera confianza con el cliente, con el inversionista y con el cliente interno. La suma de todos estos factores incide en el progreso económico nacional, ya que finalmente la reputación de las empresas es la reputación de un país y afecta directamente a su desarrollo.