La gobernanza es la palabra clave en los criterios ESG (environmental, social & governance). Es una prioridad y una necesidad para el éxito futuro. La composición de un directorio o los factores relativos a la diversidad de la fuerza laboral son hoy parámetros públicos, que ven los inversionistas, colaboradores y, más que nunca, los clientes. Además, en el mundo actual, en el que las plataformas y la data forman parte de la estrategia empresarial, las políticas y las prácticas que protegen y aseguran esos datos son primordiales.

Cuando se gestionan adecuadamente, los aspectos ESG pueden fomentar una mayor rentabilidad empresarial. De acuerdo con un estudio reciente de Accenture, las organizaciones más avanzadas en sustentabilidad alcanzan un 21% más de crecimiento. Pero para alcanzar esta oportunidad, las organizaciones deben impulsar políticas y prácticas que refuercen sus valores. Sin un plan, nada cambia. Aunque no hay una forma singular "correcta" de estructurar el gobierno corporativo, hay una práctica que es esencial para hacer avanzar los objetivos ESG de cualquier organización: la transparencia.

Ser una empresa responsable significa ser abierto y honesto sobre el impacto que tiene cada acción de la compañía en la sociedad. Los mejores líderes establecen objetivos claros y alcanzables en materia de ESG, explican cómo alcanzarlos y cómo medir el éxito. A continuación, se aseguran de que todos los stakeholders, -miembros del directorio, colaboradores, proveedores y clientes- estén de acuerdo con las metas a alcanzar. Y, lo que es más importante, comunican sus valores como empresa -y cómo vivir de acuerdo con esos valores- de manera que resuenen constantemente entre todas las partes interesadas.

A pesar de la importancia de los criterios ESG, la mayoría de las empresas no ha avanzado a la velocidad necesaria. De acuerdo con estudios recientes, de las 521 organizaciones más grandes del mundo, 43% afirma que su capacidad de "hacer el bien" -basada en sus indicadores ESG- no coincide con sus objetivos. Los líderes pueden empezar a cambiar su gobernanza definiendo un plan que incluya la obtención de valor más allá de los accionistas. Deben tejer esa misión en todo lo que hacen. La conexión debe ser tan obvia que tanto los empleados como los accionistas y los clientes equiparen automáticamente su marca con su misión.

La declaración transparente de un plan genera un sentimiento de orgullo y crea una directiva clara que todos deben seguir. Estos criterios incluyen elementos bien conocidos, como la propiedad de la gestión y los códigos de conducta; una planificación operativa más profunda; la integración de los criterios ESG en la cadena de suministro y en los protocolos de gestión de crisis. Así también, las empresas tienen que hacer un seguimiento de sus progresos en materia de ESG tan abiertamente como sus métricas financieras. Los indicadores deben ser claros y estar a disposición del público.

Los stakeholders recompensarán a aquellas empresas que progresen con mayor velocidad y convicción. Aunque puede llevar tiempo remodelar la composición de un directorio o impulsar la diversidad en la fuerza laboral, lo importante es establecer un plan, medir los resultados y comunicarlos con claridad. De esa forma, impulsaremos a todos los participantes del mundo de los negocios a avanzar hacia la responsabilidad empresarial.