La literatura reciente sobre crecimiento y reducción de la pobreza tiende a hacer hincapié en la innovación [i], pero por “innovación” generalmente entiende algo que afecta al sector formal, donde se da –presumiblemente– el mayor grado de convergencia tecnológica. ¿Que tal si en América Latina fomentamos las capacidades de innovación en la actividad informal para crear mecanismos efectivos de salida de pobreza?
Las capacidades de innovar, crear y emprender no son algo exclusivo a las personas de un grupo socioeconómico alto.[ii] La clave para un desarrollo sostenido de un país recae esencialmente en la creatividad, a través de invenciones e innovaciones, y en el espíritu empresarial. La innovación en el mercado informal, como el sistema de pago móvil en África, puede llevar a la creación de empleo, al registro de nuevas pequeñas empresas, al aumento de la productividad y con ello de los salarios. En cuestión de tamaño existen grandes oportunidades de innovación en la economía informal.[iii] El sector informal representa un valor aproximado equivalente al 40% del PIB latino-americano (el 70% del PIB en el caso de Bolivia), es decir, casi US$1,3 billones (los datos más recientes de la OIT están para el año 2006). Empleando en promedio más de la mitad (~57%) de la población en el sector no agrícola (ver gráfico 1). Sabemos además que en promedio, antes de formalizarse, las empresas latinoamericanas pasan más de un año en periodo de informalidad. Generalmente son pequeñas y medianas empresas considerablemente dinámicas y con una gran capacidad de adaptación, que proveen una gran flexibilidad a la economía nacional.
El sector informal suministra nuevos servicios y bienes, afinados a los contextos donde fueron concebidos. Algunos ejemplos con estas características, se encuentran en Panamá donde se reutilizan las bolsas plásticas y latas para confeccionar bolsos trenzados, o en Colombia con las motos-taxis o las motos-trenes para transportar personas y mercancías.
Puesto que entre mayor sea el tiempo de maduración de una inversión, mayor es el riesgo de ser regulado y(o) confiscado. Las inversiones tienden a hacerse de tal forma que recuperan el capital inicial rápidamente, dirigiéndose hacia productos de gran liquidez (i.e. que se pueden transformar en efectivo con facilidad). Se trata de pequeñas empresas con baja productividad y bajos requisitos en habilidades, lo que explica porque el sector informal es tan útil para absorber los excedentes de mano de obra. Sin embargo, el desarrollo sostenido requiere de acumulación de capital e inversiones en proyectos a largo plazo. El riesgo es que si América Latina no logra escapar de esta trampa estará limitada en su crecimiento por falta de productividad.[iv]
Veámoslo de esta forma, una vendedora en la esquina puede emplear más personas para que le ayuden a vender, pero si no empieza a innovar e incorporar nuevas formas de vender no podrá aumentar sus ganancias por unidad de trabajo utilizada (ver gráfico 2).
La innovación en el mercado informal, como el sistema de pago móvil en África, puede llevar a la creación de empleo, al registro de nuevas pequeñas empresas, al aumento de la productividad y con ello de los salarios. En cuestión de tamaño existen grandes oportunidades de innovación en la economía informal.
No obstante, es posible implementar políticas públicas para fomentar la innovación en los sectores informales, que conlleven al aumento de la productividad y a generen spillovers (consecuencias de un evento que afectan a personas que no están directamente relacionadas con él) en la economía formal. Esto a su vez se traducirá en un incremento en las ganancias y los salarios, que acrecentarán el consumo y las inversiones. Las políticas deberán resolver entonces la falta de entes de financiamiento para la inversión. El micro financiamiento, aunque propone otorgar capital a micro-empresarios, personas generalmente de escasos recursos propios y bajo nivel educativo, no apoya necesariamente los modelos innovadores y las tasas de interés pueden llegar al 40 % del valor del préstamo.
Se ha de considerar también como se compensa la falta de un régimen legal[v] que regule y valorice el espíritu creativo, ya que la copia representa un desincentivo a la innovación.[vi] Incumbe entonces disminuir las penas al sector informal (para estimular las inversiones hacia activos menos líquidos), fomentar la creación de institutos de formación para el trabajo (como el SENA en Colombia) y de entidades de capital riesgo que otorguen fondos, a tasas de interés razonables, a innovadores sin las altas exigencias crediticias. Solo después de tratar con esto podremos empezar a discutir de formalización.
[i] Definiremos innovación como el conjunto de cambios en productos, procesos, servicios, tecnologías e ideas con el objetivo de mejorar o volver más efectivo.
[ii] Idea enunciada tanto por el economista peruano Hernando de Soto y el periodista americano Robert Neuwirth.
[iii] Aunque una definición pueda ser controversial definiremos economía informal aquellos sectores no criminales que no pagan impuestos, no están regulados por ninguna entidad gubernamental y no están incluidos en el cálculo del producto interno bruto (PIB).
[iv] Este tema es discutido ampliamente por la consultora McKinsey, el Banco Mundial y Santiago Levy al analizar los impactos negativos producidos por la economía informal.
[v] Por esto los Estados Unidos decidieron incluir la importancia de las patentes como principio en su Constitución.
[vi] De hecho, las personas en este caso preferirán esperar ver que funciona y así no tener que asumir un riesgo individual que solo generaría su propia competencia, esto es conocido en la teoría de juego como la estrategia del pasajero clandestino.
*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.