Una sonriente multitud se ha reunido en el flamante centro de eventos del Parque Araucano, a un costado del shopping mall estandarte de la capital chilena. Una sala de conferencias llena de gente presta atención a dos panelistas que discuten con seriedad la economía y la psicología de la felicidad, mientras en la sala contigua se presenta una obra de teatro sobre la felicidad y la vejez.
Pero es en la tercera sala donde más felices se ven los asistentes al Primer Encuentro de Relaciones Saludables y Felicidad de Chile, el 26 y 27 de mayo pasado. En esa sala, la maestra Tosha Tobías está llevando a cabo un taller colectivo de Yoga de la Risa, que consiste básicamente en juntarte con un grupo, abrir la boca y lanzar la carcajada. Aunque no tengas ganas, porque al reirte y ver a los demás riéndose a tu alrededor, es imposible no contagiarte y terminas riéndote de verdad.
Esa es la teoría, sonríe la maestra Tobías. Todos se ríen, pero su currículum no es para la risa: tiene certificación en Mumbai, India, como discípula del gurú mundial de la disciplina, el doctor Madan Kataria, quien fundó el movimiento del Yoga de la Risa a comienzos de los años 90 y que hoy tiene 8.000 Clubes de la Risa en 65 países del mundo.
A la hora de los cafés, la máquina expendedora de bebidas no tiene una ranura para meterle monedas, ni tampoco tiene un botón donde apretar para que salga la botella o el tarro de bebidas. “Tienes que abrazar a la máquina”, me sopla alguien que va pasando.
Pero no solo de la India viene la ciencia y técnica de la felicidad, sino también de uno de sus vecinos. Y con mayor autoridad. El reino de Bután tiene el concepto de felicidad escrito en su Constitución (también lo tiene Estados Unidos) pero, más que eso, se rebeló en los años 70 contra el Producto Interno Bruto como medida de desarrollo económico y social, y creó el concepto de Felicidad Nacional Bruta. Todas las políticas públicas de Bután se planifican incorporando su impacto en la Felicidad Nacional Bruta y, por el rol pionero que ha tenido Bután en esto de la felicidad, asiste a este feliz encuentro nada menos que el ministro de la Felicidad de ese país, Karma Tshiteem.
Los asistentes, sin embargo, apenas tienen tiempo para aplaudir al ministro de la Felicidad de Bután. En la conferencia son 50 las sesiones a cargo de expertos que ofrecen y explican distintas formas de alegría, bienestar, optimismo y nirvana. Incluyendo a las Naciones Unidas, que a través del PNUD lanzó hace un par de décadas su anual Indice de Desarrollo Humano, que combina indicadores como PIB, salud, educación, igualdad, protección ambiental y otros, para ordenar a los países de acuerdo a esta nueva medida de bienestar de su población.
Varias de las sesiones mencionan a Martin Seligmann, doctor de la Universidad de Pennsylvania y creador de la influyente psicología positiva, que propone un cambio de paradigma en las ciencias de la salud. Hasta ahora, plantea Seligmann, la medicina y la psicología se han dedicado a estudiar y entender la enfermedad y el dolor, y a buscar armas para combatirlos. Lo que hay que hacer, dice en términos generales el autor de Optimismo aprendido y Auténtica felicidad, es estudiar y entender la salud y la felicidad, y buscar formas de replicarlos.
La conferencia también está llena de consultores de empresas y expertos en coaching a la caza de gerentes de bienestar y de recursos humanos para venderles sus pociones de aumento de la productividad. Las recetas tienen nombres innovadores y evocadores: mindfulness, diálogos apreciativos, open space , biodanza, palabras que de alguna manera dicen también bienestar, buena onda felicidad.
A la hora de los cafés, la máquina expendedora de bebidas no tiene una ranura para meterle monedas, ni tampoco tiene un botón donde apretar para que salga la botella o el tarro de bebidas.
“Tienes que abrazar a la máquina”, me sopla alguien que va pasando.
Abrazo a la máquina y oh, milagro del amor: sale de su vientre una botella de Coca Cola.
Debí haberme imaginado algo así, pienso. Por algo uno de los auspiciadores de la conferencia era el Instituto de la Felicidad de Coca Cola.