Es una evidencia de los últimos tiempos que China está desacelerando su crecimiento, con un tercer trimestre negativo, con un exiguo crecimiento del 4,9%, muy por debajo de su media histórica de largo plazo, que ha repercutido en la caída de sus bolsas de valores. Pero China no se viene abajo y aplica el dicho de: “a grandes males, grandes remedios”.

Por ello, vemos cómo los grandes bloques económicos mundiales dejan de tener correlación monetaria, mientras Estados Unidos y Europa evalúan cómo dejar de inyectar dinero en la economía, incluso con más que posibles subidas de tipos de interés, que no saben cómo hacer sin provocar un estrangulamiento financiero de la economía. China, por su parte, se enfoca en hacer todo lo contrario, dándole a la máquina de la inyección monetaria y expansión de la liquidez.

En las últimas semanas, hemos comprobado como la reserva federal norteamericana se apresuraba a retirar estímulos, con el tan temido “tapering” para controlar la inflación que podríamos definir como impactante, ya situada en el 6,8% interanual, el nivel más alto en 40 años. En la misma línea el Banco Central Europeo y sus miembros están debatiendo la cantidad a retirar en inyecciones de liquidez mensuales. Por el contrario, el gobierno chino procede a desarrollar nuevos estímulos monetarios para reactivar la economía china.

Al mismo estilo que con la pandemia, siendo el primer país que padeció este azote, pero con capacidad para salir de sus efectos antes que el resto del mundo occidental rico, China ha decidido enfocar dos grandes cambios de política monetaria en forma de estímulos monetarios para relanzar su economía: por una parte está incidiendo en su sistema financiero, es decir, sus bancos, de hecho. El Banco Central Chino (POBC) ha decidido relajar los requisitos de solvencia y capital, reduciendo esta misma semana el coeficiente de reservas obligatorias en sus balances en 50 puntos básicos, y con ello expande el crecimiento de la financiación que sus bancos ofrecen a la economía privada del país, principalmente en forma de hipotecas.

Es decir, demandando menos solvencia para sus entidades financieras, y ofreciendo más dinero para financiar la compra de casas y, con ello, su maltrecho mercado inmobiliario, intenta remediar casos tan sonados como los de los problemas financieros de la gran inmobiliaria china “Evergrande”.

Por otra parte, el regulador chino está reduciendo el coeficiente de caja que exige a los bancos por razones de cumplimiento de ratios de liquidez y con ello su efecto es inmovilizar menos dinero en los balances de los bancos y mayor dinero para prestar a las empresas y familias, es decir, expansión monetaria en toda regla. Todo eso, significará 188.000 millones de dólares extra de inyección de dinero en su economía para generar productividad y menores costes de financiación para familias y empresas.

Es verdad que se podría decir que el Banco Central Chino, y con él, su gobierno, puede parecer que peca de agresividad, pero la realidad es que los bancos chinos aun con las reducciones del coeficiente de solvencia, gozan de ratios de reservas obligatorias de un 8,4%, cifra más que aceptable para un país con crecimientos tan pronunciados en las últimas dos décadas. Por otra parte el inyectar liquidez no choca con una inflación tan excesiva, ya que el último dato de China fue una inflación del 2,3% anual, es decir, mucho menor que sus homólogos occidentales. Es decir, que el riesgo de sobrecalentamiento de su economía es menor y por ello tienen mayor margen de actuación en la expansión de la liquidez y con ello la reanimación de los traspiés de los últimos tiempos de su crecimiento económico.

China, además de todas estas políticas de ayuda monetaria, también esta adoptando medidas de expansión en la licitación de terrenos y medidas para facilitar a los promotores inmobiliarios el pago de sus deudas para que no se ahoguen ante la falta de liquidez y puedan poner en funcionamiento nuevos proyectos que generen actividad económica.

Por último, el banco central también esta incidiendo en frenar la revalorización de su moneda, el yuan, aumentando las reservas de moneda extranjera del 7% al 9% que tienen que tener los bancos del país, después de haberlo elevado en junio pasado del 5% al 7%. Este tipo de medidas llevaban sin ser usadas desde 2007, pero hay que pensar que su moneda se ha revaluado un 10% en lo que va de año frente al euro y un 3% frente al dólar y eso no es bueno para sus exportaciones. En otras palabras, cuando su interior esta tocado, hay que volver a enfocarse en su comercio exterior y para ello una moneda más barata es una palanca de aceleración muy necesaria en su economía.

Es verdad, que el gobierno chino había puesto restricciones a principios del año 2021, como por ejemplo la impuesta a los promotores inmobiliarios, para que no se apalancasen financieramente en exceso y con ello limitar la inversión irracional y reducir la desigualdad social, pero eso era cuando preveían un crecimiento del 8% anual y no del 5% como realmente está siendo.

China ha reaccionado, ya que seguramente hay que entender que la economía está viva y que lo que vale para hoy, no vale para mañana. Por el bien de todos, esperemos que les salga bien y encuentren el equilibrio entre el crecimiento, la inflación y la expansión monetaria/liquidez y que eso nos sirva para que en Europa y Estados Unidos, consigamos lo mismo, ya que solo el hecho de nombrar la palabra estanflación da verdadero pánico, ya que si el dinero pierde valor, pero encima no se crece, es lo que yo denominaría “infierno financiero”.