Una masacre más en Estados Unidos (EE.UU.), esta vez en una escuela primaria del estado de Connecticut. Según los datos preliminares no totalmente confirmados: 20 niños y siete adultos fueron asesinados a mansalva por un civil armado hasta los dientes, quien luego se suicidó. Cuatro puntos sobre las íes, más allá de la noticia trágica que enluta a la sociedad estadounidense:
1.-El blindaje constitucional y legal. Vamos de arriba para abajo: en la actualidad, la prácticamente inamovible Segunda Enmienda de la Constitución de EEUU consagra categóricamente el derecho de todos los ciudadanos estadounidenses a poseer armas. O sea, la tenencia civil de armas está blindada constitucionalmente en ese país. Con un agregado: la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de EE.UU., cuando el tema ha salido a flote de cuando en vez, siempre ha fallado a favor de la vigencia sin condiciones de la Segunda Enmienda. Es decir, la CSJ se ha opuesto sistemáticamente a cualquier intento de restringir la tenencia de armas en los estados y ciudades de la Unión Americana.
En definitiva, en Connecticut como en el resto del territorio estadounidense, prácticamente cualquiera puede ser miembro del club del gatillo fácil.
2.-Las consecuencias incontrastables: derivado de dichas garantías constitucionales y legales, el resultado es lógico: actualmente, a nivel mundial, EE.UU. es el país con la mayor cantidad de civiles que poseen armas. Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), entre 270 y 300 millones de armas de todo tipo –incluyendo las temibles semiautomáticas y automáticas de asalto- están en manos privadas; están en manos de estadounidenses civiles. La admirada e intocable Asociación Nacional del Rifle de EE.UU. -máxima expresión corporativa de los defensores del armamentismo civil- estima que más de 300 millones de artefactos mortales reposan hoy en manos de civiles estadounidenses de todo tipo, estado mental, creencia religiosa, etc. Vale decir, la sociedad estadounidense es la más armada del planeta (aparte de que ese país, en sí, es la mayor potencia militar de toda la historia de la humanidad): en promedio, prácticamente cada ciudadano estadounidense posee un arma.
3.-La hipocresía en el debate político: en la esfera del poder, vale recordar el papel desempeñado por el ahora conmovido presidente de EE.UU., Barack Obama. Por ejemplo, a lo largo de su primer mandato, el líder demócrata mantuvo un silencio francamente criticable en un político que, como miembro de una nueva generación, se suponía tenía ideas más avanzadas y menos conservadoras sobre el polémico tema de la tenencia civil de armas. Ese burdo silencio, en todo caso, no sorprendió a los entendidos, bástenos recordar que en septiembre de 2008, poco antes de ganar la presidencia de EE.UU., les hizo una promesa a los ciudadanos de su país: "no voy a quitarles las armas".
En línea con esa conducta política, en 2009 el propio Obama firmó una ley que amplió el derecho para poseer armas en los parques nacionales. Los tiempos han cambiado, cierto, y quizá sus lágrimas de ayer -cuando lamentó la nueva masacre de civiles estadounidense a cargo de un civil- sean sinceras esta vez. Al fin de cuentas, ya ganó la reelección y eso le da un relativo espacio de maniobra política frente a los halcones emplumados de palomas para hacer lo que él mismo dijo en su alocución desde la Casa Blanca: “aplicar acciones considerables para evitar que esto vuelva a pasar”, pues “ya hemos pasado por esto demasiadas veces”. Ver para creer. Por lo pronto, Obama haría bien en leer este buen artículo de la revista RollingStone.
4.-No es la primera masacre, lamentablemente, quizá tampoco será la última. La escuela primaria de Newtown, donde ocurrió el tiroteo y la masacre de civiles (niños y adultos), está en el estado de Connecticut. En dicho estado no se exige ningún tipo de permiso oficial para poseer rifles o pistolas, basta con que el (la) ciudadano (a) sea mayor de 21 años para acceder al arma y las municiones que desee. Connecticut, como muchos otros estados de la Unión Americana, no lleva ni conserva registros completos de las armas que están en manos de los civiles. En definitiva, en Connecticut como en el resto del territorio estadounidense, prácticamente cualquiera puede ser miembro del club del gatillo fácil.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Rienda Suelta, apuntes de Hernán Ramos.