Durísima la evaluación del reconocido escritor Juan Villoro al jefe de Gobierno capitalino en su editorial del 13 de diciembre en Reforma: “La Ciudad de México es un bastión de la tolerancia: no sólo nos soportamos a nosotros mismos sino que soportamos al jefe de Gobierno. Al compás de las fiestas navideñas, la imaginación popular encontró un apodo que rima con el apellido de Miguel Ángel Mancera. Le dicen La Esfera, porque está de adorno”.

Villoro, un escritor sensato que no suele expresarse de esta forma cuando habla de temas políticos, evidentemente está enojado con Mancera. En su artículo lo tilda de ineficaz, de distraído por tratar de “desmarcarse de Marcelo Ebrard”, de ser el peor gobernante capitalino en “materia de cultura y política social”, de permitir el crecimiento de la corrupción de la ciudad y de no regular la marchas. Pero también critica a Mancera en la que supuestamente es su fortaleza, es decir, la seguridad. Argumenta que “la ciudad se ha vuelto más insegura” a pesar que “ésa era la especialidad de Mancera”.

La evidencia empírica, por tanto, contradice la afirmación de Villoro, compartida por muchos, que la inseguridad ha empeorado en la capital con Mancera. Por el contrario: ha mejorado.

He escuchado comentarios muy similares a los de Villoro, incluso en medios de comunicación. Hay chilangos desilusionados que esperaban más de él. Hay quienes lo perciben tibio, lejano y hasta ausente. Hay quienes piensan que Ebrard era mejor gobernante.

Algo de esto puede observarse en las encuestas. Las tasas de aprobación de la gestión de Mancera han venido a la baja. El Universal en febrero reportaba que 57% de los defeños aprobaba su gestión; para noviembre había caído a 46%o. La encuesta de Reforma de agosto le daba 55% de aprobación; para diciembre este porcentaje cayó a 42%; lo peor de todo es que la desaprobación en este sondeo resultó mayor con 48%. Para acabarla de amolar, en la encuesta de líderes que levanta ese diario, 65% desaprobó la gestión de Mancera. Parecería que hay muchas personas de alto perfil que coinciden con Villoro.

No hay duda: el primer año de gobierno de Mancera fue difícil. El propio mandatario así lo dijo en su Informe de Gobierno de diciembre. La pregunta es por qué existe una percepción negativa de su gestión.

Veamos, primero, la realidad. De acuerdo a las encuestas, el principal problema que preocupa a los capitalinos es la seguridad. Villoro criticaba a Mancera afirmando que ésta ha empeorado desde que tomó posesión. Revisé, entonces, los datos de delitos que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública. En el último año de Ebrard (diciembre 2011-noviembre 2012) se reportaron un total de 179 mil 840 delitos en el DF. En el primero de Mancera (diciembre 2012-noviembre 2013) fueron 176 mil 513, una caída de 2%. En cuanto a los delitos que más agravian a la sociedad, en homicidios dolosos: último año de Ebrard, 764; primero de Mancera, 770; un incremento de uno por ciento. Secuestros: Ebrard, 63; Mancera, 61; caída de 3%. Extorsiones: Ebrard, mil 172; Mancera, 967; una caída de 17%. Robo con violencia: Ebrard, 37 mil 772; Mancera, 31 mil 684; otra caída de 16%.

La evidencia empírica, por tanto, contradice la afirmación de Villoro, compartida por muchos, que la inseguridad ha empeorado en la capital con Mancera. Por el contrario: ha mejorado. A menos que la ciudadanía haya reportando menos crímenes o que la Procuraduría capitalina, ahora bajo el mando de Mancera, haya “maquillado” las cifras. Yo no lo creo. Lo que pienso es que existe una mala percepción sobre el jefe de Gobierno.

¿Por qué? No lo sé a ciencia cierta. Habría que ver qué dicen las encuestas y grupos de enfoque. Como hipótesis creo que la mala percepción se debe en buena medida al enojo en la capital por el plantón de la CNTE en el Zócalo, sus movilizaciones cotidianas, los bloqueos a lugares tan importantes como el aeropuerto y al plantón en el Monumento a la Revolución. Para muchos, incluyéndome, el jefe de Gobierno no se vio defendiendo los intereses de los capitalinos frente al desafío político de los maestros. No tuvimos, en aquellas épocas aciagas, una voz que nos defendiera aunque sea retóricamente. De alguna forma nos sentimos abandonados. Como si nuestro gobernante fuera una esfera.

Lo bueno es que, al parecer, Mancera entendió que así no se puede gobernar, mucho menos aspirar a la presidencia. Es una buena noticia que finalmente haya removido el plantón de los maestros. Pero ahora tiene que mejorar su imagen. No basta sólo con buenos resultados. También tiene que verse como el líder que defiende los intereses de la población que lo eligió para gobernar.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.