Frente a esta pregunta, y sin mayor esfuerzo, probablemente concluiríamos que, en el enfrentamiento entre comunidades y empresas mineras, las primeras, que percibimos como débiles y vulnerables, son identificables con la figura de David, el héroe israelí, que a pesar de su pequeño tamaño enfrentó (y venció) a Goliat, el gigante filisteo. Por descarte, el papel de Goliat correspondería a la empresa minera.

En uno de sus siempre entretenidos libros, Malcolm Gladwell utiliza la historia de David y Goliat para explicar por qué aquel que parece más fuerte no necesariamente lo es, ni ganará la batalla.

En el pasado, los ejércitos contaban con tres cuerpos: la caballería, la infantería y la artillería. La infantería estaba fuertemente armada (como Goliat) y, siendo pesada y maciza, podía resistir el ataque de la caballería.

En el pasado, los ejércitos contaban con tres cuerpos: la caballería, la infantería y la artillería. La infantería estaba fuertemente armada (como Goliat) y, siendo pesada y maciza, podía resistir el ataque de la caballería. La caballería se movía rápidamente y podía esquivar el ataque de los artilleros. La artillería, por su parte, era muy exitosa atacando a los pesados miembros de la infantería, tremendamente lentos en sus movimientos.

A partir de esta descripción, Gladwell concluye que en un enfrentamiento entre un rápido y acertado artillero y un miembro de la infantería, enorme y lento como blanco, la ventaja está a favor del artillero.

Basado en otros datos, el autor sugiere que Goliat sufriría de acromegalia, una excesiva producción de la hormona del crecimiento que genera fatiga e inflamación alrededor de las articulaciones; ambas razones agravarían la poca agilidad de un ser de por sí pesado.

Mencionamos al inicio de esta muy discutible opinión que, en la percepción general, las empresas mineras son el Goliat, el gigante fuerte y abusivo. Pero ¿no sufre este ‘Goliat’ las debilidades que acompañan su aparente ventaja?

Primero: Goliat no es bienvenido

Al igual que los filisteos con los israelitas, para los pobladores de las zonas cercanas a las minas, los mineros son invasores. Ante una invasión, la reacción es de defensa. En nuestra historia bíblica, es improbable que una misión diplomática hubiera logrado convencer a los israelitas de las ventajas de acoger al pueblo marinero filisteo; ¿por qué habríamos de esperar que las poblaciones acojan con entusiasmo la presencia de esta maravillosa inversión minera? En general no son muchos los comités y fiestas de bienvenida a la exploración minera.

Segundo: ‘el débil David’ está mejor armado

Hasta el momento, los ‘antimineros’ (de pensamiento, palabra, obra y perversión) han logrado elegir y utilizar las mejores armas: son los protegidos de las ONG antidesarrollo (a) ‘ambientalistas’; la presión social inmoviliza al Estado; y, a diferencia de la policía, ellos pueden utilizar impunemente la violencia (y las piedras de David causan muertes, se convierten en rocas que bloquean la carretera, y violan la libertad de los demás).

Tercero: nuestros Goliat tienen acromegalia y no reciben tratamiento adecuado

Si bien el tumor que causa la acromegalia puede extirparse, se requiere evaluaciones periódicas y medicación apropiada. En los noventa, el Perú logró medidas que promovieron el desarrollo de la minería. A partir de allí se esperaba continuar con el proceso de mejora: intensificar los procesos de exploración y explotación; desarrollar otros sectores económicos; y educar a la población para brindarle oportunidades de vivir con dignidad, entre muchos otros.

A la luz de la paralización de importantes proyectos que han desacelerado nuestro desarrollo, los tumores de nuestros Goliat no han sido extirpados; o al menos no están siendo medicados. Y, con cada trámite adicional e innecesario, le aumentamos el peso de la armadura.