La política fiscal del gobierno de Joe Biden pondrá a los más ricos de Estados Unidos a pagar más impuestos. Una reforma que aumenta los impuestos a las empresas del 21% al 28% y endurecerá las medidas de evasiones fiscales contra las grandes empresas que tributan en otros países y esconden sus capitales en paraísos fiscales. Se trata de una decisión encamina a aumentar los impuestos sobre las ganancias de las empresas estadounidenses en el extranjero. El presidente Biden ha señalado que 91 de las 500 mayores corporaciones del país pagan cero en impuestos federales desde 2019 y cita un estudio en el cual se asegura que el 55% de las grandes empresas pagó "cero" impuestos federales el año pasado. Empresas que, en su opinión, lograron beneficios por US$ 40.000 millones, evadieron tributar y se acogieron a beneficios y deducciones por emplear trabajadores en otros países.

Biden en su discurso en el Congreso de la Unión, donde presentó el Plan para las Familias Estadounidenses, fue enfático en señalar que su gobierno acabará con las exenciones de la administración de su antecesor, que permitió a los más ricos pagar tasas de impuestos por debajo de lo que deberían pagar según sus ganancias. Su gobierno para meter en cintura a los ricos para que paguen más impuestos se propone modernizar con nuevas herramientas al Departamento del Tesoro para combatir la evasión fiscal de los que engañan al fisco federal.

Señaló que el Departamento del Tesoro tiene estudios de cómo muchas multinacionales estadounidenses evaden impuestos y dio a conocer los mecanismos normativos para hacer que paguen los impuestos que han dejado de pagar. Sentenció que “es hora de que las empresas estadounidenses y el 1% más rico de los estadounidenses paguen su cuota justa”. De hecho, su administración se propone subir los impuestos para aquellos ciudadanos que ganen más US$ 400.000 anuales, que pasarán a pagar una tasa del 37% al 39,6%, impuesto que solo afecta al 1% de los hogares más ricos. También pagarán las ganancias de capital y las operaciones bursátiles al pasar del 20% al 39,6% para quienes ganen más de US$ 1 millón al año. Por otro lado, no habrá más subsidios para las empresas de combustibles fósiles. En cambio, habrá subsidios para empresas que adoptan producción de energías limpias.

Su política fiscal apunta a reactivar la economía con el fin de recuperar el liderazgo que se ha perdiendo con China y Rusia. Por eso dijo: “estamos compitiendo con China y otros países para ganar el siglo XXI y tenemos que desarrollar y dominar la producción y las tecnologías del futuro” […]. China y otros países se están acercando a nosotros rápidamente […]. Los chinos están resueltos a convertirse en la nación más importante del mundo y para ganar esta competición, debemos realizar las inversiones de una generación en nuestras familias”.

Su preocupación obedece que los estudios de prospecciones económicas y políticas antes de la pandemia señalaban que China dentro de siete años desbancará a Estados Unidos como la mayor economía del mundo. Sin embargo, China por el manejo de la pandemia fue la única gran economía en el mundo que creció el año pasado y evitó la recesión y superó a Estados Unidos como principal destino de la inversión extranjera directa el año pasado. Es evidente que Estados Unidos está perdiendo el pulso en el control del nuevo orden mundial con China.

Biden busca revitalizar la economía y tratar de recuperar la supremacía frente a China, pero la apuesta será difícil, dado que los chinos alcanzan ventajas enormes en todos los campos y los niveles de competitividad de Estados Unidos están francamente diezmados en infraestructura y avances tecnológicos. Estados Unidos, que tiene el 43% de las redes viales y de trenes en malas condiciones y obsoletas y el 42% de los puentes con más de 50 años, tiene grandes atrasos en infraestructura eléctrica y en el dominio de las nuevas tecnologías.

Ahora todas las escaladas de ataques contra Rusia hacen parte de una estrategia política de crispar las relaciones entre Rusia y las potencias europeas, especialmente Alemania, su estrategia es evitar una alianza entre Alemania, Rusia y China. Sabe que la unión de estas tres potencias significa el fin del poderío imperial de Washington en el mundo.