Conociendo los primeros resultados, todo indica que la abstención fue la base de sustentación de los procesos de alternancia que estamos evidenciando. Y los que votaron fueron aquellos que tenían un mayor nivel de compromiso político, y los que no lo hicieron, son aquellos menos politizados.

Los alcaldes tendían a ser reelegidos en forma predominante y hemos observado en muchas de ellas cambios sorprendentes. Pablo Zalaquett que se daba por seguro pierde frente a Carolina Tohá. Errázurriz gana en Providencia, donde la oposición fue capaz de cristalizar el rechazo de sectores heterogéneos. Y pierden las encuestas a partir de los porcentajes de abstención que hicieron impredecible cualquier proyección.

Se gatilla que en la elección presidencial, no habrán espacios para la indefinición, y el cambio ministerial resulta evidente. Los presidenciables del gobierno difícilmente podrán pasar del 16 de noviembre.

Abran más lecturaa, se deberá evaluar qué pasó con los que no participaron, con aquellos que vieron que no era importante darse las molestia de ir a votar. Este momento demanda nuevos desafíos y la fortaleza para la presidencial, porque lo que sí está claro es que no podemos darnos el lujo de elegir un presidente con este nivel de abstención.

No faltó motivación, pero ciertamente convocatoria, un gobierno con estos resultados de gestión, sigue careciendo de un relato que motive a nuestro sector que la política es importante, que no podemos prescindir de ellas. Los que votaron lo tenían claro.