El Grupo Matte ha decidido suspender el Estudio de Impacto Ambiental para la cadena de trasmisión de Hidroaysén. Es un ultimátum al gobierno, pero también a la sociedad chilena. Y no nos sorprende. Son fácticos que utilizan su poder económico y comunicacional para ordenar al país según sus intereses. Lo hicieron en el pasado. El Grupo Matte exige a Piñera que ordene la casa. El Mercurio, su instrumento comunicacional, en reciente editorial destaca su preocupación por “… la creciente judicialización de los fallos, la falta de apoyo resuelto de la autoridad a proyectos específicos y el rechazo de grupos importantes y muy activos a este emprendimiento… También hay grave responsabilidad de parlamentarios que suelen adherir con celeridad a quienes se oponen a estas iniciativas” (01-06-12).

A Matte le molesta que los ciudadanos protesten, y que cuestionen una represa dónde muchos prefieren que la naturaleza no sea intervenida. Le preocupa se levanten tantas voces contra la línea de trasmisión de dos mil kilómetros que se propone cruzar la mitad del territorio nacional. Y, especialmente, le inquieta la dificultad que significará instalar las torres de alta tensión en territorio mapuche. Precavido, se adelanta a advertir al gobierno, pero también de pasada amenaza veladamente a parlamentarios y al Poder Judicial. Su exigencia es: cuídenme el terreno, frenen las protestas, encarcelen a los indígenas. En consecuencia, la preocupación de Matte no es la inexistencia de una estrategia energética en el país, sino apunta contra los movimientos sociales. Contra su fortaleza y éxitos parciales contra los abusos  que recorren el país. Matte percibe que el despertar ciudadano comienza a remecer las instituciones. En este cuadro el Poder Judicial, el Parlamento y el gobierno no pueden actuar con la misma impunidad de las décadas pasadas. El país ha cambiado; y, cambiará más.

El grupo económico Matte aparece en la revista Forbes en el ránking de los más ricos del mundo. Le ha ido bien en los negocios y el control que ejerce sobre la cadena El Mercurio y el Centro de Estudios Públicos (CEP) le ha permitido influir de forma determinante en las políticas públicas que impulsan los gobiernos. En efecto, los gobiernos de la Concertación se inclinaron con respeto hacia la familia Matte. Sus presidentes se reunían periódicamente en el CEP para darles cuenta sobre las políticas en curso. También, como los otros grupos económicos, han reclutado ex ministros y autoridades de gobiernos para favorecer sus negocios, para agilizar sus proyectos mediante el consabido lobbysmo.  Pero ahora les resulta más difícil. La protesta obliga a mayor transparencia y los poderes públicos al menos no pueden hacer oídos sordos a las demandas ciudadanas.

El Grupo Matte comete un grave error al creer que la suspensión del Estudio de Impacto Ambiental traumatizará a la sociedad chilena. El gobierno se preocupará porque allí los intereses empresariales son fuertes y los cantos de sirena se escuchan. Sin embargo, para la mayoría de los chilenos el ultimátum de Matte revela prepotencia.

Como han dicho otros empresarios el asunto Matte-Colbún va más allá del sector energético. Les preocupa “el clima”, “la certidumbre”. “las reglas”, palabras que en nuestro país se traducen como apoyo incondicional del Estado a favor de los grandes empresarios. Y es cierto que el clima ha cambiado. El movimiento estudiantil rechaza radicalmente que la enseñanza sirva para lucrar; los consumidores se levantan ante la usura de las Multitiendas, llevada al paroxismo en el caso La Polar; las regiones revindican igualdad de derechos respecto de Santiago en Magallanes, Aysén, Caldera o Freirina; los jubilados rechazan las bajas pensiones del sistema de AFP; la salud pública es cuestionada periódicamente por los enfermos y sus familias; el transporte público es rechazado a diario por su mala calidad y tarifas que no resisten el bolsillo del ciudadano modesto; y, los medio-ambientalistas son perseverantes en su crítica a las debilidades de la institucionalidad medioambiental para la evaluación de los proyectos.  

El Grupo Matte comete un grave error al creer que la suspensión del Estudio de Impacto Ambiental traumatizará a la sociedad chilena. El gobierno se preocupará porque allí los intereses empresariales son fuertes y los cantos de sirena se escuchan. Sin embargo, para la mayoría de los chilenos el ultimátum de Matte revela prepotencia. Es el abuso nuevamente. Muestra al empresario ricachón extorsionando a la sociedad y a sus instituciones para que el país atienda a sus intereses particulares.