Para las personas del mundo desarrollado, una hipoteca significa dar el primer paso encaminado a tener una casa propia. Para la población de los países en desarrollo, sin embargo, este sueño es con frecuencia más esquivo, sobre todo para las mujeres.

Para las mujeres de las economías emergentes ser propietarias de sus hogares es un problema central: no solamente genera repercusiones en sus condiciones de vida, sino en la capacidad para construir y hacer crecer sus propios negocios. El acceso al crédito formal depende en buena medida de las garantías, es decir, de grandes activos (una casa o un apartamento) que por lo general no tienen pero que son necesarios para construir su historial crediticio. En muchos casos, las mujeres utilizan sus hogares como base de sus negocios.  

América Central representa un ejemplo claro de este desafío. Menos del 40% de las mujeres en esta región cuentan con acceso a una cuenta bancaria, y solamente el 6% ha tenido una hipoteca. En términos comparativos, el 16% de las mujeres en Colombia y el 13% de las mujeres en la India han utilizado créditos formales para la compra de vivienda, de acuerdo con Su hogar-financiamiento de vivienda para las mujeres, un estudio de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), miembro del Grupo Banco Mundial orientado al desarrollo del sector privado en mercados emergentes.

Estas desigualdades de género limitan la capacidad financiera de las mujeres y las oportunidades para el crecimiento de los negocios. Las mujeres demuestran un mayor desempeño educativo y características positivas como clientes bancarios (tales como menores tasas de morosidad en sus créditos con los bancos) pero, desafortunadamente, siguen siendo desatendidas por el sector financiero. Los negocios que son propiedad de mujeres tienen menos acceso a los préstamos comerciales porque tienden a ser parte del sector informal y, por ende, carecen de la documentación apropiada que usualmente se exige para acceder a los servicios financieros, como evidencia de ingresos o garantías inmobiliarias. Latinoamérica requiere eliminar esta barrera para promover un crecimiento más incluyente y reducir la desigualdad.

En fechas recientes, IFC consolidó una nueva alianza con Global Bank en Panamá para lanzar el primer producto hipotecario específico para mujeres. La meta: crear oportunidades que confronten el hecho de que los negocios que son propiedades de mujeres en Panamá tienen menos acceso a los créditos debido a que carecen de las garantías inmobiliarias demandadas por las instituciones financieras.

Panamá cuenta con uno de los mayores y más estables sectores financieros en la región. Esta propuesta intentará mostrar la viabilidad comercial de la promoción de productos y servicios financieros para que las mujeres se conviertan en propietarias de vivienda y la utilicen como vía para recibir préstamos con los cuales financiar sus negocios. La iniciativa cuenta con el potencial de ser una solución para las economías en desarrollo en América Latina, las cuales podrían replicarla para ampliar el acceso al capital por parte de las mujeres empresarias.

La propiedad de vivienda por parte de las mujeres es una oportunidad de negocios no explotada. El sector financiero también puede beneficiarse. A pesar de los obstáculos que enfrentan, existe una gran demanda no satisfecha de financiamiento para mujeres que son cabezas de hogares, en especial en los países en desarrollo. El último estudio de IFC sobre el acceso de las mujeres a la vivienda—que cubre a Colombia, India y Kenia— confirma que el mercado del financiamiento de vivienda para mujeres tan solo en estos tres países es de más de US$ 70.000 millones. 

En Colombia, uno de los países vecinos de Panamá, el tamaño estimado del mercado de los préstamos de vivienda para mujeres es de US$ 23.000 millones, y el 49% de las mujeres que participaron en una encuesta planeaban comprar una vivienda o hacer mejoras en el hogar en los siguientes cinco años. Aunque las mujeres son la mitad de la población, solamente una pequeña fracción de ellas son propietarias de vivienda. De hecho, solamente el 8% de los hogares de madres que son cabezas de familia solicitaron un préstamo para vivienda en los últimos cinco años.

Colombia lucha por abordar este desafío. El país empezó a establecer iniciativas con el fin de ofrecer tasas de interés subsidiadas para un segmento de la población que tiene ingresos bajos y que incluye los hogares de jefas de familia. Otro ejemplo, “Vivienda para Todos” de la India, es un programa de subsidios relacionados con el crédito (credit link subsidy, en inglés) que proporciona un subsidio si hay una mujer en la titularidad registral.

América Latina está bien posicionada para empezar a adoptar productos y servicios innovadores de vivienda orientados a las mujeres. De esta manera, el sector bancario puede acceder a un mercado desatendido y añadir valor a su base al contribuir al crecimiento del sector de la vivienda. Los impactos positivos son generalizados: estas iniciativas ayudan a los bancos a atraer y retener a las mujeres como clientes minoristas, al tiempo que apoyan a sus negocios y promueven el crecimiento económico incluyente. Es momento de que las mujeres sean propietarias de su vivienda y puedan hacer realidad su sueño.