Las elecciones libres, abiertas, competitivas y periódicas son uno de los elementos más básicos cuando hablamos de democracia. Esta es la sexta elección para elegir alcaldes y concejales desde el regreso de la democracia en 1990. Sin embargo esto no implica que se trate de una elección más en la historia democrática de Chile.
Cada elección importa como ejercicio de la ciudadanía y el municipio es el menor rango territorial del país, por lo que sus representantes electos son en teoría los más cercanos a la población.
Pero además de la importancia en sí de la elección, y de los apoyos electorales a los partidos del gobierno y la oposición, esta noche veremos los efectos del debut del cambio de la inscripción voluntaria y voto obligatorio a la inscripción automática y el voto voluntario.
Esto significó un rejuvenecimiento del padrón electoral al incorporarse al registro más de 5 millones de nuevos votantes. Esto implica que alrededor del 75% de los chilenos, y extranjeros residentes por más de 5 años, mayores de 18 años pueden votar hoy. La gran mayoría de ellos son menores de 40 años.
Pero ¿podemos esperar una participación masiva de los jóvenes?
La Asamblea Coordinadora de Estudiantes secundarios (ACES) llamó a “funar” las elecciones y no votar. Pero representantes de los estudiantes de educación superior rechazaron el llamado, entre ellos Camila Vallejo vicepresidenta de la federación de estudiantes de la Universidad de Chile. Después de dos años de protestas estudiantiles, los estudiantes secundarios y de educación superior se han convertido en actores políticos con gran capacidad de movilización.
En todo caso una encuesta del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) proyecta que alrededor de 36% de los jóvenes entre 18 y 29 años asistirán a los comicios. Si bien esto implicaría un aumento en la participación juvenil, el porcentaje aun es bajo y preocupante para nuestra democracia.
Tal vez el cambio debió haber sido acompañado por una política de socialización y educación cívica donde se destaque la importancia de las elecciones. Se debió tratar de una política de Estado y no sólo de éste gobierno, sino también del anterior pues el problema del bajo interés juvenil en las elecciones tiene al menos diez años.
Pero también se trata de una labor de los partidos. Un partido político no es sólo una organización maximizadora de votos, sino también uno de los mecanismo de representación más importante de la sociedad civil. En su labor esta también socializar a la ciudadanía. En el esquema anterior los electores eran un universo cerrado que estaba obligado a votar. La campaña se centraba en “vote por mí”. Con el voto voluntario la labor de los partidos es doble, convencer al elector de ir a votar y luego cuando vote, “hágalo por mi”.
Más allá de las alegrías y tristezas de vencedores y vencidos, el gran problema de esta noche puede ser la abstención, pues esta ahondaría aún más el problema que vienen mostrando las encuestas hace años: hoy en día a la gente no le gusta cómo se hace política en Chile.