A nivel mundial, en 2011, el mercado de comidas y bebidas para Salud y Bienestar alcanzó US$628 billones. Las categorías con mayor tamaño dentro de este mercado son las de alimentos naturales y alimentos fortificados y funcionales, que ocupan casi 70% de ese mercado. Dentro de los alimentos naturales más consumidos se encuentran los jugos de las super frutas fortificadas y funcionales. Estos jugos están principalmente compuestos por frutos tales como algunos berries, guaraná o acaí.
En general, este tipo de jugos tiene propiedades beneficiosas para nuestro organismo. Entre los beneficios de corto plazo, encontramos productos bajos en calorías que ayudan al control de peso y a la digestión, apoyan el sistema inmunológico y ayudan a la salud bucal. En el largo plazo, varios de ellos prometen apoyar la salud del corazón, la “belleza interior” (Beauty from Within) y la salud cerebral.
Se espera que a nivel mundial, las ventas de jugos de super frutas prácticamente se dupliquen entre 2006 y 2016. La región en que el mercado de estos jugos ha adquirido el mayor tamaño es en Norteamérica. En esta región las ventas de jugos de super frutas en 2011 alcanzaron cerca de US$2.400 millones, casi seis veces las ventas de Europa Occidental. Mientras que en otras regiones las ventas de este producto son prácticamente nulas.
En una región como Latinoamérica en que la producción de super frutas es masiva, las regulaciones no son tan estrictas en cuanto a sus propiedades, y los costos generales de producción para este tipo de frutas puede ser bajo, no es extraño preguntarse: ¿por qué las ventas de jugos de super frutas aún no despegan?
En una región como Latinoamérica en que la producción de super frutas es masiva, las regulaciones no son tan estrictas en cuanto a sus propiedades, y los costos generales de producción para este tipo de frutas puede ser bajo, no es extraño preguntarse: ¿por qué las ventas de jugo de super frutas aún no despegan?
Ingresos más bajo. Los consumidores latinoamericanos tienen en promedio ingresos mucho más bajos que los consumidores norteamericanos o de Europa occidental. En 2012, el ingreso promedio per cápita anual bruto en Norteamérica era de alrededor de US$45 mil y en Europa occidental casi alcanzaba los US$33 mil, mientras que en Latinoamérica superó levemente los US$7 mil. Esta diferencia sustancial hace que las super frutas, cuya producción es aún relativamente escasa, sean más rentables al ser exportadas a países más desarrollados, que quedándose en la región para ser consumidas en el mercado local. En otras regiones encontrarán un mercado con mayor número de consumidores con la capacidad necesaria para comprarlas.
Pero no sólo los ingresos son responsables de la baja penetración en términos absolutos de los jugos de super frutas en una región tan rica en este tipo de alimentos. Muchas veces, a pesar de que el dinero disponible exista, el consumidor latinoamericano es muy conservador a la hora de tomar sus decisiones de compra. Un europeo o norteamericano puede valorar los atributos saludables de un jugo de superfrutas y estar dispuesto a pagar por ello; pero un latinoamericano promedio que cuente con el dinero, privilegiará los productos que no sólo aporten a su salud, sino que además sean convenientes para su bolsillo. El factor “valor por dinero” sigue siendo el primer gancho de compra para los latinoamericanos, quienes no son fáciles de convencer cuando se trata de beneficios por los cuales debe pagar un precio adicional.
Un norteamericano o europeo tiende a tener una visión más de largo plazo que un latinoamericano y esto puede provenir en general de un tema cultural. El Estado Benefactor permite que un ciudadano de un país desarrollado tenga las condiciones básicas de vida prácticamente aseguradas, lo que le permite preocuparse de temas de mediano a largo plazo. El latinoamericano, en cambio, ha crecido en una cultura en que existen personas que deben preocuparse de asegurar esas condiciones por sí mismos y para sus familias. Por tanto, tenderá a pedir a los alimentos beneficios de más corto plazo. Las bondades de las super frutas son más ligadas al largo plazo, o bien son menos perceptibles que los de otros alimentos, como por ejemplo, los que no tienen calorías.
También desconfían. Un consumidor de un país desarrollado tiende a confiar en la legislación de su país y cuando compra un producto con ciertas propiedades, da crédito a los mismos. En cambio, la deficiente legislación y regulación en países emergentes lleva a que el consumidor muchas veces sea más escéptico ante los beneficios declarados por cierto producto. Por lo mismo, en algunos casos no comprará un producto, pues interpretará que lo que se intenta es venderle algo más caro que lo habitual sin que se le entregue el equivalente a su sobreprecio en beneficios.
Asimismo, un latinoamericano con el poder adquisitivo necesario para comprar un jugo de super frutas, probablemente no necesite comprar el jugo, sino que pueda comprar la fruta misma. Las super frutas son producidas localmente por lo que muchas de ellas pueden ser encontradas en supermercados o comercios en general. Así, sin necesidad de consumirlas a través de jugos, el consumidor local puede disfrutarlas frescas.
Sin embargo, existen varias oportunidades. En primer lugar, el que exista producción local hace que se puedan desarrollar nichos de mercado a un menor costo (por lo que el traslado de estos productos implica). En segundo lugar, al haber aún escasos competidores en la región, quien logre posicionarse tendrá un primer movimiento de ventaja para sostenerse como líder en este tipo de productos. Una tercera oportunidad tiene que ver con los altos niveles de obesidad en algunos de estos países y la creciente conciencia por la salud; que si bien sigue siendo menor que en la mayoría de los países desarrollados, es creciente, por lo que existen horizontes de expansión. Finalmente, un foco de atención podría estar en el crecimiento sostenido en la economía de algunos países y la estabilidad que han presentado en los últimos años.