Es evidente que el mundo está cambiando y es el momento de un nuevo consumidor dominante, el nativo digital, el primero en su tipo que utilizará una nueva "moneda" para medir a las empresas: la confianza digital. Y sabemos que la confianza, ya sea digital, una vez rota, es difícil de reconstruir.
Se espera que los nativos digitales representen cerca del 42% de la población de Chile para 2025, según estadísticas de CEPAL[1]. Como consumidores, su demanda de gratificación instantánea y una experiencia digital constante sin fricciones sentará precedentes que las organizaciones no podrán pasar por alto.
Los servicios financieros son la primera industria que se probará ante los nativos digitales. La demanda de los clientes de transacciones nativas digitales está cruzando los servicios financieros con la tecnología. Desde “compre ahora, pague después”, asistentes virtuales de inversión hasta criptomonedas y blockchain, estas instituciones se están transformando inadvertidamente en centros tecnológicos. Ahora son repositorios de datos masivos, con todos los riesgos y responsabilidades que conlleva, porque gestionar cada vez más datos requiere de mayor protección y generar más confianza.
Para esto, los servicios financieros deben ser ágiles, resilientes y seguros aprovechando el poder de la nube. Las cargas de trabajo de misión crítica, junto con las enormes cantidades de datos que administran, requieren una potencia de cómputo y escala excepcionales, y al mismo tiempo, deben lograr la coexistencia del cumplimiento normativo con la innovación. Su éxito en este proceso determinará si pueden ganarse y mantener la confianza de los nativos digitales y proteger su ventaja competitiva durante la próxima década y más allá.
Determinar qué datos deben permanecer en las instalaciones y cuáles deben migrar a la nube -y por qué- es el primer desafío. No todos los datos se crean de la misma manera y, por lo tanto, no todos requieren un idéntico nivel de control y supervisión. Combinar la innovación en las instalaciones con un enfoque de nube híbrida permite obtener hasta cinco veces más valor que una nube pública.
Actualmente, solo el 10% de las cargas de trabajo de las instituciones bancarias se trasladó a la nube, lo que obstaculiza la evolución de la experiencia del cliente y el crecimiento. Se necesita una base sólida para el futuro, con una arquitectura central modernizada, "liberada" de antiguas herencias y reinventada por los mainframes actuales, con velocidad en tiempo real, seguridad y agilidad, que se adaptará a billones de transacciones sin una mayor latencia, fundamental para aprovechar la IA.
Si una organización opera con grilletes propietarios, en forma de silos y restricciones impuestas por los proveedores de tecnología, no puede prosperar. Para que una empresa sea ágil necesita una base interoperable y diversa
La diversidad también es el tejido que conecta la innovación, el cumplimiento normativo y la seguridad. Un entorno diverso y abierto es aquel en el que la gobernanza y el cumplimiento normativo son un elemento central y las empresas pueden gestionar los datos de los clientes sin necesidad de trasladarlos.
Con este enfoque, la seguridad puede ser de amplio alcance, ofreciendo visibilidad de la actividad sospechosa en la red y una respuesta rápida a las amenazas con IA.
Estos tres principios son la base para que las instituciones financieras conquisten a los nativos digitales. Satisfacer las demandas del consumidor del mañana requiere que las organizaciones adopten lo mejor de ambos mundos: en la nube y en las instalaciones. Ninguno de los dos puede ofrecer por sí solo la nueva moneda de la confianza digital.
Mauricio Torres