La energía es un activo fundamental en nuestras vidas. Está presente día a día en los lugares menos pensados, desde la estabilidad económica y la seguridad física de los países donde vivimos hasta el equilibrio ambiental de nuestro planeta. Confiamos y necesitamos de la energía para hacer nuestras vidas más confortables, productivas y agradables.

Desde 1980, el consumo energético ha aumentado 45% y se proyecta 70% más hacia el 2030. Los mercados emergentes, incluyendo a potencias como China e India, representan el 75% de la nueva demanda, ejerciendo fuertes presiones en los recursos globales. Esta realidad sumada a los crecientes mercados más maduros como Europa, América del Norte y Japón, lleva al mundo a legislar sobre la reducción del consumo, el uso de fuentes energéticas alternativas y la mejora en la seguridad energética. Las empresas de hoy en día deben actuar responsablemente acompañando el dilema mundial de la energía, con el propósito de contribuir con la sustentabilidad y la responsabilidad social, haciendo un uso más racional y eficiente de la energía.

Este creciente uso de los recursos energéticos por parte de las empresas ocasiona que se deban planificar y sustentar los ahorros de energía para evitar las consecuencias. Actualmente, por año se pierde 12% de la energía en su uso por falta de sistemas de control y regulación, además de perderse anualmente 8% por problemas y/o falta de programas de monitoreo y mantenimiento. Debemos aprender a adaptar y manejar el consumo energético, los costos de la energía y los contaminantes para evitar la ineficiencia y cuidar del medio ambiente a nivel global.

El desafío es muy grande, ya que el hecho del crecimiento demográfico, la industrialización y la concentración de población, sobre todo en las ciudades, genera que se plantee una demanda de energía cada vez mayor. Es por esto que se recomienda llevar a cabo un gerenciamiento inteligente del uso de la energía a través de diferentes mecanismos como el uso de dispositivos eficientes; sistemas de automatización y control; y soluciones de monitoreo, medición y mantenimiento. Las nuevas tecnologías pueden ayudar a generar ahorros de hasta el 30%, al mismo tiempo que se mantienen los niveles de producción y se logran ahorros en gastos de capital y operativos del negocio.

Actualmente, por año se pierde 12% de la energía en su uso por falta de sistemas de control y regulación, además de perderse anualmente 8% por problemas y/o falta de programas de monitoreo y mantenimiento.

Por otro lado, el constante y acelerado crecimiento de las TI representan más del 2% del consumo energético mundial y es una de las industrias con más rápido crecimiento, debido a la demanda por acceso a la tecnología. Esto también trae aparejado el incremento en el consumo de energía de manera considerable, que a su vez, trae como consecuencia el crecimiento de las emisiones de CO2 que afectan al medio ambiente.

La eficiencia energética ofrece una salida al dilema energético: limita la polución y el calentamiento global, conserva los suministros de las fuentes de energía no renovables y hasta provee la energía requerida para el crecimiento económico.

Ayudar a gestionar la energía de manera inteligente, eficiente, productiva y verde, puede lograrse a través de la implementación de políticas que lleven a limitar el consumo energético final en todos los sectores; medir y hacer seguimiento del uso de la energía para establecer puntos de referencia y objetivos; promover fuentes energéticas y tecnologías alternativas y abrir mercados para promover un sistema de canje con créditos de emisiones de GHG y reducción de la demanda.