En las últimas décadas, los países de América Latina y el Caribe (ALC) han invertido mucho en capital humano y físico. Un ejemplo: las tasas de finalización de la educación secundaria y terciaria han aumentado, cambiando radicalmente la composición escolar de la fuerza laboral.

Sin embargo, el crecimiento en la región ha sido decepcionante. Como un determinante subyacente de este desempeño tan pobre, la productividad no ha aumentado, ampliando la brecha con respecto a las economías de altos ingresos. Esto es lo que observamos en figura anterior, que muestra la evolución de la productividad total de los factores (PTF) en ALC y que, en términos generales, mide la eficiencia con la que se combinan los factores de producción para producir bienes y servicios.

Desde la década de 1980, en la mayoría de los países de ALC, la PTF ha sido una fracción decreciente de la de los Estados Unidos. Esto se explica principalmente porque el nivel de PTF de Estados Unidosha aumentado y el de ALC se ha mantenido estancado. El débil crecimiento de la PTF es un síntoma de que los países no aprovechan al máximo sus capacidades. En otras palabras, los países de ALC no crecen a pesar de sus inversiones porque no pueden capitalizar sus rendimientos. La pregunta es, ¿por qué?

No hay una respuesta definitiva, pero un argumento convincente es que el capital humano y físico está "mal asignado". Es decir, no están asignados en su uso más productivo, lo que puede ocurrir por distintas razones. Una es cuando los individuos están empleados en ocupaciones que no aprovechan sus talentos y habilidades. Imagínese si Cristiano Ronaldo es enviado a jugar tenis y Serena Williams a jugar fútbol. O en la práctica, cuando empresas productivas enfrentan restricciones para crecer y terminan siendo pequeñas o forzadas a salir del mercado o cuando trabajadores se emplean en empresas de manera sub-óptima(es decir, no de la manera más eficiente).

Hay muchas historias en ciudades latinoamericanas y caribeñas sobre graduados universitarios, digamos ingenieros, que manejan taxis. Pongamos un ejemplo presentado recientemente por un reconocido investigador. Piense en un número de taxistas que trabajan de forma independiente; cada taxi es una empresa de un trabajador que solo requiere habilidades de conducción. Ahora, piense en el mismo número de taxis que se juntan en una compañía de transporte. La compañía necesitaría un ingeniero para logística, un abogado, un contador, además de los conductores. No solo eso, sino que la compañía podría mejorar la productividad individual de cada taxista, introduciendo potencialmente nuevas tecnologías que permitan una mejor utilización de los activos y, por lo tanto, la productividad no solo del sector del transporte, sino de otros sectores para los cuales el transporte es un insumo. Si existen limitaciones para el crecimiento de las empresas, relacionadas con el sector financiero, los sistemas fiscales, la ejecución de contratos u otros, las empresas seguirán siendo pequeñas y las personas con habilidades serán penalizadas en sus remuneración.

Tal como lo explica Santiago Levy en su reciente libro Esfuerzos MalRecompensados, la mala asignación es una consecuencia de las políticas e instituciones que impactan el comportamiento de los trabajadores y empresarios en detrimento de la productividad. La mala asignación puede ser el resultado de políticas, como la política fiscal, la política comercial, las regulaciones laborales y las políticas de seguro social. También puede ser el resultadodel entorno institucional: la medida en que las instituciones son capaces de hacer cumplir las normas y reglamentos, y proporcionar servicios básicos.

En términos formales, una asignación eficiente sería aquella en la que el valor que se puede obtener con una unidad de capital y mano de obra es el mismo, independientemente de la empresa a la que se asigna esa unidad (Hsieh and Klenow, 2009). Por lo tanto, según esta línea de pensamiento, una manera de medir la ineficiencia en un entorno es observar la dispersión de la PTF de las empresas dentro de un sector específico. La Tabla 1 muestra la dispersión de la PTF física (PTFQ) de las empresas, teniendo en cuenta el hecho de que las empresas producen diferentes productos en diferentes países de ALC.

Lo que observamos es que, dentro de industrias estrechamente definidas, algunas empresas pueden producir significativamente más que otras, utilizando la misma cantidad de insumos. Considere el caso de Ecuador: en 2005, una empresa en el percentil 90 de productividad era 286 porciento más productiva que una empresa comparable en el percentil 10.

Por el lado del mercado laboral, encontramos un tipo similar de distorsión, en particular, en la manera en que se remunera la inversión en educación. En un mercado que funciona perfectamente, esperaríamos que los individuos más educados sean más productivos y, por lo tanto, ganen más que individuos menos educados y menos productivos. Llamamos a este salario "extra" por años adicionales de educación una prima salarial. La tabla 2 muestra el cambio en la prima salarial de los trabajadores calificados versus los no calificados en las últimas décadas en los países de ALC. Los trabajadores calificados son aquellos con alguna educación terciaria, mientras que los trabajadores no calificados tienen un diploma de escuela secundaria o un logro educativo más bajo. Observamos que para la mayoría de los países hay una caída constante en la prima de educación. Esto se ha argumentado en Rodríguez-Castelán et al (2016).

Una explicación para esta distorsión es que los trabajadores educados no pueden encontrar trabajos donde puedan desplegar las habilidades adquiridas. En un entorno donde las empresas tienen incentivos para permanecer pequeñas e informales, es menos probable que inviertan, crezcan, se vuelvan más productivas y, por lo tanto, contraten trabajadores más educados.

Otras causas que generalmente se citan para explicar la mala asignación de recursos y la dispersión de la PTF entre las empresas son: (i) costo de entrada (y salida), (ii) aprendizaje (condiciones iniciales y después de cambiar los productos/procesos), (iii) costos de ajuste por factores de producción, y (iv) acceso a restricciones crediticias.

Para mejorar la productividad y reactivar el crecimiento, los países de ALC deben abordar los cuellos de botella que impiden la asignación óptima de recursos. Acabamos de mencionar a los sospechosos habituales, pero los cuellos de botella y cómo abordarlos siempre son específicos de cada país: no hay una receta única para abordar el acertijo de la productividad. En el contexto de cada país, los esfuerzos de desarrollo deberán centrarse en eliminar las barreras “artificiales” existentes para el crecimiento de la productividad y trabajar para suavizar las “naturales”. No hay necesidad de reinventar la rueda, sino de arreglarla.

*Esta columna fue publicada originalmente en PNUD Latinoamérica.