En Colombia hay cerca de 16 millones de pobres. Con el objeto de definir la asignación de recursos, diseñar políticas diferenciales y  facilitar la construcción de alianzas para erradicar la pobreza, es importante identificar dónde están los pobres.

Generalmente cuando se habla de pobreza y de las poblaciones que sufren dicho flagelo, tendemos a pensar en los lugares más alejados de los principales centros de producción económica. Sin embargo, trabajos recientes [1] en el tema han acuñado la expresión la paradoja de la pobreza,  la cual se refiere a que actualmente la mayoría de las personas pobres realmente no viven en los países más pobres. Los trabajos mencionados encuentran que cuatro quintos de la población que viven con menos de US$2 diarios están viviendo en países de ingresos medios.

Hay que ir a donde están los bolsones duros de pobreza, la llanura Caribe, el cordón del Pacífico, los pueblos olvidados de las montañas andinas, entre otros.

Latinoamérica no es la excepción. El 60% de los pobres están en sólo tres países: Brasil, México y Colombia. Estos países no son los más pobres del continente, sino los mayores generadores de riqueza en la región ¡Esa es la paradoja!

En Colombia la situación tiene rasgos similares. El departamento que tiene el mayor número de población en situación de pobreza es Antioquia, con 1.800.000 pobres. Bastante más que el segundo que es Valle del Cauca, con 1.328.000 personas, y que casi duplica a Bogotá, que tiene mayor población, pero sólo 977.000 pobres. En el Caribe, de los ocho departamentos, el segundo con más pobres es el más rico: Atlántico, con 886.000.

Desde el punto de vista de incidencia de la pobreza,  otros departamentos albergan la mayor pobreza, es decir, la mayoría de la población sufre el flagelo:  Chocó, Cauca, Córdoba y Magdalena son  los cuatro más pobres del país, y entre el 57 y el 64% de sus habitantes se encuentran en esa situación. En estos cuatro departamentos viven cerca de 2.800.000 de pobres, mientras que en Antioquia, Valle, Bogotá y Atlántico, habitan casi el doble, 4.991.000.

Siguiendo con lo anterior, el mapa de Colombia cambia ampliamente si se considera el número de pobres que se encuentran en cada territorio. En el gráfico vemos un mapa desfigurado teniendo en cuenta el porcentaje de pobres que cada territorio (usando la metodología de Gastner y Newman 2004). Dicha concentración se da en los territorios que más aportan a la producción económica nacional (Antioquia, Bogotá y Valle del Cauca).

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Esta heterogeneidad social y económica del país debería influir en la toma de decisiones para combatir la pobreza. Una cosa es el Chocó y otra el Chicó, como hace unos años dijo un editorial de El Tiempo. Existe la necesidad de políticas diferenciales para superar la pobreza. En este sentido, combatir la pobreza en departamentos heterogéneos obliga a pensar soluciones acordes a cada uno de los escenarios. Nos exige estrategias distintas, proyectos diferentes y aliados diversos.

Antioquia tiene una institucionalidad mucho más desarrollada, -capacitada, estable- que los departamentos con mayor incidencia de pobreza. En este sentido, se deben diseñar políticas diferenciales desde la cantidad y preparación de sus funcionarios, hasta los medios financieros, experiencias y estructura de toma de decisiones.

La segunda decisión tiene que ver con la asignación de los recursos ¿Para dónde se va la plata? ¿Para dónde hay mayor pobreza, o para dónde hay mayor número de pobres? Es una disyuntiva muy complicada, aunque debo aclarar no es de carácter excluyente.

El sector privado en unos y otros territorios igualmente es distinto, las organizaciones sociales y el control que se puede ejercer sobre el gasto público, también tiene niveles diferentes. Programas de transferencias, subsidios, proyectos productivos, formación laboral, etc., no pueden ser diseñados ni aplicados de la misma manera para todos los territorios.

A nivel internacional hay un gran debate para que los países cooperantes sigan dando recursos a países de ingresos medios, dado que proponen solamente apoyar a los países pobres. En Colombia, si los recursos se asignan con el método perverso de la “proyectitis”, los departamentos con mayor capacidad institucional  -léase, con mayor posibilidad de presentar proyectos- se llevarán la tajada más grande, perpetuando así, condiciones de pobreza en los más atrasados.

En cualquier problema de asignación de recursos hay costos de oportunidad. En este escenario el gobierno y los organismos interesados en reducir la pobreza se enfrentan a la disyuntiva entre usar sus recursos en departamentos que en términos económicos no son pobres  -como es el caso de Antioquia- o usarlos en los de bajos ingresos como Chocó.

¿Hace esto más fácil la erradicación de la pobreza en zonas más urbanas, cercanas a mercados importantes y con aliados, privados y organizaciones sociales alrededor? Posiblemente sí. Lo importante es identificar la estrategia y los aliados más adecuados para cada caso. Hay que ir a donde están los bolsones duros de pobreza, la llanura Caribe, el cordón del Pacífico, los pueblos olvidados de las montañas andinas, entre otros.

El PNUD, entendiendo esta situación, trabaja con el Gobierno Nacional, gobiernos locales, empresarios y organizaciones  sociales en dos grandes frentes: apoyar el diseño de políticas públicas, estrategias y proyectos para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en el impulso de una estrategia de desarrollo económico incluyente para que los más pobres y vulnerables puedan ejercer su derecho al trabajo decente.

[1] Ver los trabajos de Andy Sumner del Institute of Development Studies de 2010 y 2012.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.