Hoy nadie duda de la importancia de la comunicación como elemento estratégico de la gestión de la empresa.

En una sociedad globalizada como la actual, donde las empresas no tienen fronteras, los medios de comunicaciones tienen un carácter global y fiscalizador y donde el cliente/ consumidor es un agente empoderado e informado; la comunicación no puede quedar al azar, muy por el contrario, debe ser un actor protagónico en la organización.

Lo que las empresas olvidan cuando toman la decisión de no comunicar, es que el axioma básico de la comunicación es que todo comunica. No hacerlo ex profeso también es un indicador de que algo se quiere decir o llevará a sus audiencias a percibir a la organización como cerrada, lejana, anticuada y desinteresada.

Sí que lo es, porque en buenas cuentas su acción permite informar sobre el funcionamiento de procesos internos; es un insumo esencial para la toma de decisiones y hace posible la relación de equipos de trabajo de manera fluida.

A nivel externo, la comunicación también cumple un rol fundamental: acerca a la empresa a su público objetivo, apoya su capital de marca y la blinda frente a posibles crisis.

Pero, a pesar de su importancia y de los beneficios que significa para una empresa comunicar adecuadamente sus productos y servicios, campañas, inversiones y cambios estructurales, todavía vemos un amplio número de líderes empresariales que no priorizan esta práctica, le temen a sus repercusiones y creen que mantener el silencio es la mejor política.

Lo que las empresas olvidan cuando toman la decisión de no comunicar, es que el axioma básico de la comunicación es que todo comunica. No hacerlo ex profeso también es un indicador de que algo se quiere decir o llevará a sus audiencias a percibir a la organización como cerrada, lejana, anticuada y desinteresada.

Muy por el contrario, cuando una empresa desarrolla un plan de comunicación interno y externo basado en los valores de la empresa y adecuado a su estrategia, está contribuyendo al buen clima organizacional y al alto desempeño de sus colaboradores; mientras favorece la preferencia de los consumidores y clientes y mantiene satisfechos a los accionistas.

No existen recetas para tener éxito en comunicación. Esta labor, como otras complejas, necesita perseverancia, rigurosidad y, por sobre todo, autenticidad. Lo más nefasto en comunicación es declarar lo que uno no es. La verdad debe ser el eje de todo mensaje corporativo, pues así se construye y afianza una saludable reputación.