Un sistema de infraestructura integrada ha demostrado, una y otra vez, ser una de las plataformas fundamentales del desarrollo social y económico de un país. Sus beneficios impactan en la calidad de vida de la población, oportunidades de negocio y conectividad en medio de un contexto donde sus usuarios multimodales evidencian una demanda constante y cada vez más exigente.

El sector de la aviación no está ajeno a este problema, incluso, presenta desafíos particulares siendo una infraestructura especialmente compleja, debido a que requiere grandes áreas emplazadas dentro de la ciudad y grupos de interés variados que exigen niveles de servicio adecuados a sus planes de negocio y proyecciones de crecimiento. Además, la aviación sigue siendo una de las industrias más golpeadas por la pandemia en los últimos dos años, con mucha incertidumbre sobre su reactivación en el mediano plazo y sus proyecciones de crecimiento a largo plazo.

Así, la infraestructura aeroportuaria se ha convertido en un silencioso cuello de botella de la economía y sin poder adaptarse en sincronía con el crecimiento de los países. Por lo tanto, la necesidad fundamental en el sector de la aviación es generar las condiciones para que la infraestructura aeroportuaria sea actualizada, modernizada, expandida, o, en el mejor de lo casos, construir nueva infraestructura.

En línea con lo expuesto, corresponde plantearse la pregunta que responda por el estado de la cuestión: ¿cuáles son los desafíos prioritarios por abordar? Para poder responderla, es necesario que prioricemos la diversidad de desafíos que enfrenta la infraestructura; decisión temprana de mejoras en base a niveles de servicio y altos costos de financiamiento.

En cuanto a la decisión temprana de mejoras en base a niveles de servicio, corresponde señalar que el desafío particular que tiene la infraestructura aeroportuaria es que depende de la capacidad de manejar de manera combinada aviones, pasajeros y vehículos. Son estos tres elementos los que definen los niveles de servicio de un aeropuerto y tienen naturalezas distintas: aviones manejados por las aerolíneas, comportamiento de viaje de los pasajeros y vehículos en base a la vialidad disponible.

Por lo tanto, la capacidad aeroportuaria va a estar siempre limitada por la menor capacidad entre estos tres elementos, debiendo tomarse decisiones de mejoras, oportunamente, para adaptar la infraestructura deficiente y evitar un desequilibrio entre los referidos tres componentes.

Respecto de los altos costos de financiamiento, ejecutar un megaproyecto de la envergadura de un aeropuerto no es un financiamiento menor, por el contrario, requiere de un complejo sistema financiero, con agresivas políticas de inversión pública, participación de capital privado -como las asociaciones público-privadas (APP)-, u obligaciones de inversión dentro de los contratos de concesión.

Para algunos países, la necesidad de financiar proyectos supera significativamente la oferta de financiamiento disponible, por lo que bancos tienen una posición dominante y un enfoque más selectivo con requisitos cada vez mayores en materia de responsabilidad social empresarial (RSE), especialmente, los relacionados con el medio ambiente y la huella de carbono.

Por otro lado, en aquellos casos donde la inversión privada está disponible para financiar proyectos, estos no tienen la madurez necesaria para ser factibles o atractivos y, por lo tanto, no logran concretar su financiamiento.

Finalmente, brechas de desempeño en la industria de la construcción, que se traducen en la otra cara de la problemática, en donde se evidencia el desafío de la mayoría de los proyectos aeroportuarios que ejecutan edificaciones ya existentes, por tanto, requieren de un período prolongado de tiempo para articularse con las complejas interfaces de un aeropuerto en operación.

A esto se le debe añadir que el tiempo disponible para hacer operativa la nueva infraestructura de un aeropuerto existente es limitado, por lo tanto, los mecanismos de entrega deben ser fast track como, por ejemplo, los esquemas de design build o engeneering procurement construction (EPC), esquemas de entrega que ponen mucha presión a los contratistas y afecta significativamente su desempeño.

En conclusión, una forma de hacer frente a los desafíos en la infraestructura aeroportuaria radica en la capacidad de monitorear sus niveles de servicio de manera periódica y con un mecanismo de toma de decisiones que sea oportuno para anticiparse a futuros problemas de congestión. Esto sin perder de vista la articulación integrada entre los planes de inversión pública en infraestructura junto a las iniciativas de inversión privada cuyo alineamiento es fundamental en el mediano y largo plazo.

Asimismo, los proyectos de infraestructura aeroportuaria deben estrechar lazos con autoridades reguladoras e instituciones claves mientras mejoran su nivel de definición, actualizando sus modelos financieros y manteniéndose, en lo posible, en el ámbito de la factibilidad para así facilitar sus procesos de financiamiento.

Así las cosas, los operadores deben generar marcos contractuales flexibles para la ejecución de sus proyectos, tanto de diseño como de construcción, que permitan a los contratistas tener un balance entre incentivos de desempeño y penalidades por incumplimiento que motiven a esas empresas al cumplimiento de los costos, plazos y calidad requerida del proyecto.