La opinión actual entre los principales expertos es que la guerra de Ucrania conducirá a una desaceleración del crecimiento. En un escenario de referencia, Oxford Economics pronostica que el mundo evitará la recesión, pero el PIB mundial será 1,1 puntos porcentuales más bajo en 2022, en relación con las previsiones realizadas en enero. Sin embargo, más allá de la escala y la duración del conflicto, hay cuatro incertidumbres que están marcando al mundo de los negocios, como consecuencia del conflicto.

Primero están los shocks de suministro. Antes de la invasión, Rusia suministraba alrededor del 10% del crudo mundial, así como casi el 40% del gas natural de la Unión Europea. Así también, Ucrania y Rusia suministraban conjuntamente el 26% de las exportaciones mundiales de trigo, el 16% de las exportaciones de maíz y el 30% de las de cebada. Las interrupciones del suministro de estas materias primas clave han provocado una considerable volatilidad de los precios en los alimentos y el precio del combustible.

Un choque prolongado de la oferta podría repercutir en todos los sectores, impulsando presiones inflacionistas e interrupciones en la cadena de suministro. El aumento del precio de la energía, por ejemplo, afectaría a la mayoría de las industrias a través de los costos directos de la energía o del aumento de los costos de los insumos.

La segunda gran incertidumbre es la inflación. Incluso antes de la guerra, había alcanzado máximos de varias décadas en Estados Unidos y Europa, lo que hizo subir los costos para los consumidores en todo el mundo. La aceleración de la inflación por el aumento de los precios de la energía y de otras materias primas puede seguir teniendo importantes efectos en los ingresos y gastos de las personas.

Paralelamente, la presión inflacionista puede acelerar el aumento de la inflación salarial en algunos países e industrias. Las industrias que podrían verse más afectadas por la inflación salarial son aquellas en las que la fuerza laboral representa una gran parte de su estructura global de costos.

La tercera incertidumbre que nos ha dejado la guerra es la globalización. La invasión y las sanciones pueden contribuir a una mayor fragmentación del mercado. El comercio mundial (en relación con el PIB) ha estado en declive desde 2008. Los aranceles y otras barreras al comercio han ido aumentando. El número de intervenciones de política industrial realizadas por los gobiernos en los últimos cinco años ha aumentado en más de un 200%. Algunos, sin embargo, han expresado su esperanza en un camino alternativo. Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio, ha instado, por ejemplo, a una "re-globalización".

Finalmente, está la transición energética. Algunos han argumentado que el conflicto podría hacer más difícil la transición a la energía verde, al menos a corto plazo. La crisis ha desafiado la seguridad energética, pero también algunos países están por lo mismo redoblando su apuesta por la de la energía limpia y están ampliando los incentivos para desarrollar una energía más verde.

¿Cómo pueden enfrentar las empresas este escenario de incertidumbre? Con adaptabilidad. Cuando se enfrentan a estos desafíos imprevistos, muchos líderes buscan fortalecer la capacidad de recuperación de sus organizaciones priorizando la adaptabilidad. La digitalización de las funciones empresariales a velocidad y en paralelo, en lugar de secuencialmente, es esencial.

El foco debe estar puesto en cuatro aspectos principales. El primero es la estrategia. Algunas organizaciones analizan y modelan escenarios de estrés y prueban su estrategia, utilizando la planificación de escenarios. El valor de las estrategias flexibles es que influyen en la calidad de los conocimientos utilizados en el desarrollo y la modificación de dichas estrategias. Para encontrar nuevos patrones en los datos y anticipar mejor las decisiones, las organizaciones pueden capturar datos en tiempo real de dentro y fuera de la organización y en toda la cadena de valor, y procesarlos con herramientas analíticas con inteligencia artificial.

El segundo aspecto clave son los sistemas. La guerra ha puesto en primer plano el potencial de los ciberataques para interrumpir las operaciones de las empresas. Ya sea el conflicto se resuelva o continúe, asegurar los activos ahora puede ayudar a fortalecer su resiliencia a largo plazo. A corto plazo, las organizaciones pueden adoptar las medidas de mitigación de alta prioridad como parchear toda la infraestructura de cara al exterior; registrar y supervisar los eventos para detectar actividades sospechosas, hacer copias de seguridad de los datos y aislar copias de seguridad que puedan permitir la propagación de malware.

Así también, es fundamental implantar programas de formación y concienciación sobre seguridad que muestren a los empleados cómo identificar e informar de los ataques de phishing. Estos programas podrían extenderse a los socios del ecosistema cuya ciberseguridad afecta a aquellos que interactúan. Además, para alcanzar la resiliencia a largo plazo, los líderes de seguridad y de negocio deben estar alineados como socios en la reducción del riesgo.

El tercer aspecto es la cadena de suministro. Una prioridad urgente para las organizaciones es comprender su nivel de exposición de la cadena de suministro. Esto puede comenzar con una revisión táctica del riesgo por parte de los equipos de gestión de proveedores internos y externos. A continuación, las pruebas de resistencia pueden cuantificar la resistencia a largo plazo de una organización y simular cómo la cadena de suministro se vería afectada. Este conocimiento puede ayudar a las empresas a comprender su exposición al riesgo, el tiempo que tardarían en recuperarse de una interrupción y cómo podría afectar al rendimiento.

Para los líderes y sus organizaciones ya no es una opción volver a la relativa comodidad y seguridad del pasado no lejano. La guerra en Ucrania ha dejado claro que muchas de las viejas certezas en las que se basaban las empresas ya no están con nosotros. En el futuro, el éxito puede depender en última instancia de cómo se adapten los líderes a las exigencias de este nuevo entorno. Más que nunca, avanzar hacia una estrategia adaptativa es fundamental.