No hay respuesta a la pregunta de cuántos muertos nos podemos dar el lujo de tener para proteger la economía. Yo, por lo menos, no tengo una. Pero algunos creen tenerla. El meollo de la cuestión en este momento es: ¿qué vale más para nosotros? ¿La protección de la salud de cada individuo o evitar una crisis económica devastadora?

Durante décadas he escrito sobre el impacto económico de las crisis de todo tipo. Después de los ataques del 11 de septiembre, después de la bancarrota de Lehman Brothers, incluso viví personalmente el completo colapso de un sistema, en 1989, en la Alemania comunista.

Y ahora este virus. Invisible. Desconocido. Lo desconocido es lo que lo hace tan peligroso. El miedo es el que nos hace resistir el aislamiento social, el toque de queda. El recorte de la libertad de movimiento, el cierre de la vida económica y pública. Imágenes de un apocalipsis del final de los tiempos. Las noticias de tráfico en hora pico no tienen nada que informar.

Sumas muy grandes

Debemos cuidar la solidaridad que ha crecido durante la crisis. En medio de una sociedad profundamente egoísta. Este es el verdadero antídoto contra el virus... La economía va a volver a funcionar. Estoy seguro de que lo lograremos

Estamos aprendiendo a hacer malabares con números aún mayores que en los días de la crisis financiera mundial. El paquete de ayuda de emergencia de EE. UU. vale dos millones de millones de dólares, 750 mil millones de euros son proporcionados por el BCE y 600 mil millones por el gobierno alemán. En todo el mundo se están armando estos paquetes. Y por supuesto mucha gente se pregunta: ¿quién va a pagar por todo esto? ¿Será como después de la crisis financiera, al final, cuando los Estados se endeudaron hasta el cuello? Así que se han hecho ahorros, especialmente en los sistemas sociales, la atención de la salud, la educación y las inversiones, por supuesto.

Hay estudios serios realizados por médicos británicos según los cuales, como resultado de la crisis financiera, entre 2008 y 2010 más de 500.000 personas adicionales murieron de cáncer solamente porque no recibieron el tratamiento médico necesario, debido a las medidas de austeridad o al desempleo (y al seguro que se perdió como consecuencia de ello).

Palabras muy duras

Por lo tanto, algunos advierten que llegó la hora de calcular. ¿Cuántas muertes queremos y podemos permitirnos? O, dicho de otra forma, ¿cuánto vale una vida humana para nosotros? ¿Se nos permite hacer tales cálculos, como lo hace Alexander Dibelius (gerente de capital privado, exjefe de Goldman Sachs en Alemania), quien se pregunta: ¿Es correcto que el diez por ciento de la población particularmente amenazada por el coronavirus se salve, pero el resto, incluida toda la economía nacional, se vea extremadamente obstaculizada con la posible consecuencia de que la base de nuestra prosperidad se erosione a largo plazo?

¿Podría hacer más frío, y calculador? Después de todo, el hombre es médico. ¿En dónde está el juramento hipocrático? ¿Necesitamos más imágenes como las de Italia? Allí, los médicos se enfrentan a la inhumana decisión de elegir a quién pueden seguir tratando y a quién tienen que dejar morir. Prevenir justamente el colapso de los sistemas de salud es el objetivo del actual cierre. Porque si la situación de Italia se repite en los hospitales del resto del mundo, muchos otros pacientes con ataques cardíacos agudos o accidentes cerebrovasculares, tendrán que morir. Para el doctor Dibelius, esos sería meros daños colaterales. ¿Incluidas el más de un millón de muertes en EE. UU., según cálculos del Colegio Imperial de Londres? Una pregunta al médico Dibelius: ¿Leyó acerca de los estudiantes de medicina de 20 años en la ciudad francesa de Mulhouse que tenían que empacar los muertos en bolsas y transportarlos?

Un gran número de personas afectadas

Por supuesto que el estancamiento económico es un gran problema. Para el bar de la esquina, que ya antes apenas podía mantenerse a flote. Para la directora de teatro independiente, que durante medio año interrumpe todas las actuaciones. Para todas las agencias de eventos. La lista es interminable. O los realmente grandes: Lufthansa, que tiene casi toda su flota en tierra porque el modelo de negocio de volar no funciona ahora mismo. Volkswagen ha detenido su producción, cuando en realidad quería celebrar el lanzamiento del nuevo coche eléctrico en el verano. Nada de esto saldrá. Pero esto también pone de relieve la dimensión de la crisis. Por supuesto, VW y muchos otros han cerrado sus fábricas porque la salud de sus empleados tiene prioridad. Por otro lado, la producción sólo se almacenaría de todos modos, porque nadie quiere comprar coches por el momento.

Así es como el virus está corroyendo nuestros sistemas, nuestras sociedades. Restringe nuestras libertades, perdemos el control. Sacude nuestra fe en que tenemos una solución para cada problema. Nos trae la gran recesión. Sí. Encerrar a los viejos (los jóvenes también están muriendo por el virus, por cierto) para que la economía pueda crecer de nuevo. Por supuesto que los científicos son conscientes de su responsabilidad por los daños, sociales y económicos, que las medidas actuales están causando. Por eso se reajustarán.

No, debemos sobrellevar la fase manejable del cierre ahora. Debemos cuidar la solidaridad que ha crecido durante la crisis. En medio de una sociedad profundamente egoísta. Este es el verdadero antídoto contra el virus.

La economía va a volver a funcionar. Estoy seguro de que lo lograremos.