Decía la semana pasada que Vladimir Putin es un crítico tanto de la globalización como del liberalismo. Dado que esas son críticas en las que coinciden políticos de izquierda y derecha radical, ¿desde qué perspectiva las plantea Putin? Sugiero dos ejercicios de comprobación. El primero consiste en prestar atención a las banderas rusas que flanquean la figura de Putin cuando brinda un discurso oficial. Aquella a su izquierda contiene un símbolo político: la parte central del escudo imperial zarista. Este, a su vez, contiene dos tipos de imágenes. De un lado, símbolos monárquicos como un cetro real y tres coronas. De otro, símbolos religiosos, como la imagen de San Jorge (santo venerado con particular devoción por el cristianismo ortodoxo), y el Globus Cruciger (el globo terráqueo coronado por una cruz, que simboliza el dominio de Cristo sobre el mundo): convengamos en que ninguno de ellos es un símbolo asociado con un ideario de izquierda.
El segundo ejercicio de comprobación es igualmente simple. Dijimos que la crítica a la globalización liberal podía ser compartida por, digamos, Jean-Luc Mélenchon (desde la izquierda) y por Marine Le Pen (desde la derecha). Un indicio de la perspectiva política del propio Putin sería la posición que adoptó en las elecciones presidenciales francesas en las que participaron ambos candidatos. En las elecciones de 2022, realizadas durante la guerra en Ucrania, Putin no respaldó a ninguno. Pero en 2017 tuvo un encuentro formal con Marine Le Pen en plena campaña electoral, y luego el partido de Le Pen recibió (presumiblemente con autorización gubernamental) préstamos de un banco ruso para, entre otros fines, cubrir sus gastos de campaña.
Otro indicio significativo es el informe oficial del fiscal especial, Robert Mueller, sobre la injerencia rusa durante la campaña presidencial de 2016 en Estados Unidos. Aunque el mismo no comprueba la existencia de una conspiración criminal entre el gobierno ruso y la campaña de Donald Trump, sí formula cargos contra 26 ciudadanos y 3 compañías rusas por interferir en las elecciones estadounidenses en favor de la candidatura de Trump: 12 de ellos son identificados como agentes del servicio de inteligencia militar ruso, y se les acusa por el hackeo de las computadoras del Consejo Nacional del Partido Demócrata, cuyos correos electrónicos, junto con los de Hillary Clinton, fueron filtrados a la prensa en plena campaña.
Ahora bien, existe el argumento según el cual el gobierno ruso no habría respaldado a Trump por afinidades políticas, sino porque era el candidato más proclive, en caso de ser electo, a sembrar la división dentro del sistema político estadounidense (haciendo menos probable que surgiera dentro de él un consenso en su contra). Pues bien, si aún hiciera falta, escuchemos lo que el propio Putin tiene que decir sobre sus críticas al liberalismo. En una entrevista con el diario británico Financial Times (que está disponible con traducción al inglés en internet), Putin formula tres críticas al liberalismo desde una perspectiva inequívocamente conservadora: en concreto, critica su defensa del multiculturalismo (en contraposición al nacionalismo étnico), de los derechos de la comunidad LGTB (en contraposición a la familia tradicional), y su apertura frente a la inmigración. Respecto a este último tema, sus comentarios son indistinguibles de los que realizó Trump desde el inicio de su carrera política: “El liberalismo presupone que no hay nada que hacer al respecto: los migrantes pueden matar, saquear y violar con impunidad porque sus derechos deben ser protegidos”.
En resumen, no hay como llamarse a engaño sobre la orientación política de Putin: tanto sus opiniones, como su conducta y sus alianzas políticas (por ejemplo, con la Iglesia Ortodoxa Rusa y, en particular, con el Patriarca Cirilo), lo sitúan en posiciones cercanas a las de la derecha radical. No es casual que sean políticos como Marine Le Pen, Donald Trump o Matteo Salvini quienes tendieron a cuestionar las sanciones contra Rusia.