De un tiempo a esta parte abundan artículos con títulos como estos: "¿Qué quiere Putin?" (de Chrystia Freedland) o "Dentro de la Mente de Putin" (de Nina Khruscheva). Al margen de sus posibles méritos, esos artículos aparecen en un contexto en el cual la cobertura periodística no sólo ha vilificado al personaje, sino que además éste ha pasado a encarnar al Estado ruso (como si no existieran dentro de él otros actores, o éste no tuviera intereses discernibles que trascienden la voluntad de Putin).
Por lo demás, la conversión de Putin en un villano maquiavélico se produjo cuando su gobierno cambió de posición frente a la OTAN. Pocos recuerdan hoy en día que, si de evaluar el carácter de Putin se trata, George W. Bush ya había resuelto el tema en 2001: "He visto a ese hombre a los ojos, y encontré que era franco y digno de confianza (…). Fui capaz de vislumbrar su alma". Nadie le dijo que si deseaba, por ejemplo, conocer los intereses de Rusia en países como Bielorrusia o Ucrania, podría haber leído "Guerra y Paz" de Tolstoi, y se habría dado cuenta de que esos intereses no comienzan con Putin. Pero claro, "Guerra y Paz" tiene dos tomos y nadie acusaría a Bush de padecer debilidad por la lectura. Aun así, podría haber leído los reportes de Amnistía Internacional sobre la Segunda Guerra Chechena (la cual terminó un año antes de que mirara en los ojos de Putin), y tal vez habría concluido que un líder capaz de arrasar con una de sus propias ciudades (Grozny) no debía merecerle tanta confianza. Pero bueno, Bush es un pintor naif y Rusia parecía entonces dispuesta a cooperar con la OTAN, razones por las que cabía excusar su limitada capacidad para comprender el alma humana.
Decimos que Ucrania atraviesa por una "crisis médica" porque debemos a la medicina el uso actual del término: este se refiere al punto de inflexión (tanto en una enfermedad, como en una guerra), a partir del cual se produce una mejoría sostenida o bien un deterioro irreversible.
Decimos, de otro lado, que Ucrania atraviesa por una "crisis médica" porque debemos a la medicina el uso actual del término: este se refiere al punto de inflexión (tanto en una enfermedad, como en una guerra), a partir del cual se produce una mejoría sostenida o bien un deterioro irreversible. Ucrania se encontraría en ese punto por dos razones: la primera es que Rusia y sus aliados tienen en este momento una superioridad militar que, de proponérselo, podría permitirles unir por tierra el este de Ucrania con la península de Crimea (resolviendo así los problemas logísticos que causó su anexión). Pero si Estados Unidos se decanta por armar al gobierno ucranio, Rusia perdería parte de esa ventaja militar hacia la segunda mitad del año.
En segundo lugar, en este proceso Rusia pagó ya un precio económico exorbitante, aunque no sólo como consecuencia de las sanciones de la OTAN (fueron más importantes la caída del precio del petróleo y la fuga de capitales privados). La primera de esas razones sugiere que el poder de negociación de Rusia se encuentra en su zenit, con tendencia a declinar. La segunda razón sugiere la necesidad de emplear ese poder de negociación para obtener logros que justifiquen el costo asumido hasta ahora. Y en este momento Rusia está en condiciones de asegurar de manera convincente a sus interlocutores que todo aquello que le nieguen en la mesa de negociaciones, lo podría obtener por medios militares en el campo de batalla.