La Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) y el Ministerio Público (MP) lograron una condena histórica, más importante incluso que las órdenes de captura contra la red del corrupto alcalde Arnoldo Medrano. El Tribunal Octavo condenó a 14 años a Mario Brol Samayoa por lavado de dinero y defraudación tributaria por Q382 millones (casi US$48 millones).
Si queremos construir un Estado tenemos que enfocarnos en la transparencia y la lucha contra la corrupción tanto en el gasto como en los ingresos. Porque si bien hemos hecho algunos avances para transparentar el gasto –aunque ministerios como Comunicaciones y Defensa siempre piden excepciones para no licitar–, todavía somos una sociedad y tenemos una élite que se niega a transparentar los ingresos del Estado.
La sentencia por evasión, que es lavado de dinero, –como las órdenes de captura– hacen que sea un buen día para la construcción de una república que sea democrática y en la que la justicia alcance también a los poderosos.
Y es tan malo para los bienes públicos del Estado –como escuelas u hospitales o no pagar la deuda que se tiene con el IGSS– los Q80 millones (cerca de US$10 millones) que movió la red de Medrano, como los Q380 millones (más de US$47 millones) que el Estado dejó de recaudar por la red de Brol.
Estos dos casos de corrupción de dos personas –Medrano y Brol Samayoa– que vienen de orígenes sociales muy distintos, muestra lo que deberíamos tener todos entre ceja y ceja: la gente no roba porque necesita, roba porque puede. Brol tenía guardados en una cuenta bancaria Q59 millones. Más los que tendrá en paraísos fiscales. Y tras los paraísos fiscales está el stablishment político y los mejores medios periodísticos. Si no, vean ahora la publicación de la información de quiénes tienen cuentas en paraísos fiscales que hizo ICIJ (International Consortium of Investigative Journalists).
ICIJ y todo el mundo sabemos que si alguien tiene dinero en una off-shore probablemente es para esconder al fisco parte de sus ganancias o porque tiene dinero malhabido. Por esa misma puerta entran los fondos de las empresas más grandes y de las mafias. Se calcula que la mitad del comercio mundial se hace a espaldas de los mercados públicos, a oscuras. Eso también muestra que en América Latina no hay tal de lo que dice la propaganda comunista de 20% de ricos y 80% de pobres. En realidad hay, al menos en Guatemala, 1% que tiene muchísimo, pero muchísimo dinero, 20% que es clase media más o menos sólida y 30% que es clase media a un accidente o un despido de caer en clase baja.
La sentencia por evasión, que es lavado de dinero, –como las órdenes de captura– hacen que sea un buen día para la construcción de una república que sea democrática y en la que la justicia alcance también a los poderosos.
*Esta columna fue publicada originalmente en Plaza Pública.org.