Estamos viviendo tiempos inciertos. En la historia de Chile, hemos enfrentado terremotos, tsunamis, incendios, inundaciones y demandas sociales, pero probablemente nunca nos imaginamos vivir una pandemia mundial ni los múltiples efectos que ésta podría tener en nuestro día a día, tanto en la contención de los efectos sanitarios, como en el acontecer del trabajo y los negocios.

Hace poco más de ocho semanas se reportó el primer caso de COVID-19 en Chile y, a partir de ese momento, ha sido necesario tomar medidas que inevitablemente han impactado nuestras vidas en varios aspectos. En un abrir y cerrar de ojos, nos vimos obligados a mantener distanciamiento social, aceptar restricciones de movilidad e incluso vivir en cuarentena. Por su parte, el Gobierno debió aprobar rápidamente una Ley de Trabajo a Distancia y Teletrabajo para apoyar a empresas y trabajadores, que rápida y masivamente se plegaron a esta modalidad.

Si bien la contingencia ha acelerado el proceso de adopción de nuevas tecnologías de comunicación y de gestión, el trabajo remoto implica importantes desafíos más allá de lo tecnológico y no está exento de dificultades.

La forma súbita como se ha dado la realidad de teletrabajo junto con la pandemia ha llevado que no sea un trabajo remoto “tradicional”. Es un trabajo a distancia que se está dando, en la mayoría de los casos, desde casa, con otros miembros del grupo familiar presentes. Lo anterior puede provocar tener limitaciones de espacio y de independencia. También, es probable que se nos haga difícil organizar la jornada laboral y los tiempos de descanso y rutinas personales. Por otra parte, la adopción rápida de variadas tecnologías de comunicación y entender cómo funcionan puede volverse abrumador para ciertas generaciones.

En particular, para la gestión del trabajo de los equipos, se evidencian otros desafíos como: la falta de interacciones informales y de mayor intimidad, la disminución del feedback on the spot” para guiar a los equipos y los turnos para hablar en plataformas, hacen que este formato pueda tornarse en algo frustrante, por lo que instalar competencias de gestión a distancia es fundamental para potenciar equipos de trabajo seguros, empoderados y productivos.

¿Cómo gestionar efectivamente equipos en forma remota? De nuestra experiencia en TheHouse Advisory, hemos logrado identificar buenas prácticas y competencias de liderazgo que son claves para la correcta gestión de equipos a distancia.

Es importante formar equipos pequeños y multidisciplinarios de trabajo, que puedan contar todo el tiempo con la información necesaria para la toma decisiones que les permitan avanzar en sus proyectos y en los que la coordinación sea más fluida. Asimismo, establecer objetivos claros y medibles, trabajar por resultados, así como estar disponible para apoyar a los equipos con mayor frecuencia para guiar, entregar directrices y resolver dudas es fundamental. Entre otras claves podemos mencionar el generar instancias colaborativas cercanas y personales, acotar el largo de las interacciones y evitar largas exposiciones para que no sean tediosas y fatigantes, además de elegir el medio apropiado para comunicarse, son otros elementos relevantes para liderar efectivamente equipos en forma remota.

La forma de trabajar se transformó, y esa transformación llegó para quedarse. Es poco probable que cuando volvamos a una “pseudonormalidad”, las personas y los equipos vuelvan a trabajar igual que antes. Los colaboradores van evaluar transportarse en horarios punta, y querrán decidir qué interacción es necesaria presencialmente y cuál de manera remota. Es muy probable que las personas busquen gestionar sus prioridades y su tiempo, por lo que explorarán nuevas formas de seguir potenciando el trabajo flexible, compatibilizando y equilibrando el trabajo con la vida personal. Lo anterior, requerirá que las organizaciones cuenten con líderes que tengan las competencias requeridas para gestionar el trabajo a distancia en forma sostenible en el tiempo, y no sólo un esfuerzo puntual producto de la contingencia sanitaria.