El estrés, la depresión, la ansiedad y otros problemas similares crecieron de dos a tres veces más en Perú durante la pandemia por COVID-19, según un estudio del Ministerio de Salud publicado a fines de junio de 2021.

El estrés puede generarse por factores relacionados con el trabajo, como las rutinas, la carga y el ritmo laboral, asociados a un determinado puesto, además de la gran exigencia de resultados y el tiempo corto para obtenerlos. Otras razones pueden ser las jornadas extremadamente largas, los horarios excesivamente rígidos y la imposibilidad de tomar decisiones por cuenta propia.

Luego, existen factores de contexto, como las prácticas y políticas de gestión de personas, que pueden generar inseguridad laboral, falta de oportunidades de promoción laboral y las compensaciones sin equidad interna. También intervienen estilos de liderazgo demasiado verticales o con escasa relación con los superiores, y las relaciones personales inadecuadas entre los propios trabajadores, las cuales pueden generar conflictos interpersonales y choques entre los entornos laboral y familiar. 

Consecuencias negativas

Estos factores pueden afectar de forma crítica la salud mental del colaborador en tres niveles:

  1. Nivel social. Existe un costo muy alto originado por accidentes y enfermedades laborales, incluidas las asociadas al estrés. Solo en la Unión Europea, este alcanza entre el 2,6% y 3,8 % del producto interno bruto (PIB), con lo que se estima que los costos causados por la depresión, vinculada al ámbito laboral, superarían los € 600.000 millones de euros al año. Las consecuencias incluyen absentismo, presentismo, pérdida de productividad y costes de asistencia sanitaria y de bienestar social.
  2. Nivel organizacional. Se manifiesta en problemas como el ausentismo laboral, la rotación de personal, el poco compromiso y baja productividad, entre otros.
  3. Nivel individual. Se refiere al impacto particular del estrés en cada trabajador. Además del eventual desgaste corporal, puede provocar trastornos a la salud.

Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala entre las afecciones más vinculadas al estrés laboral las siguientes:

  • Hipertensión arterial.
  • Padecimientos cardiacos.
  • Problemas de salud mental (sobre todo depresión y ansiedad clínica, trastorno de estrés postraumático y consumo de sustancias psicotrópicas o alcohol).
  • Cansancio aunado a la sensación de desesperanza y cinismo.
  • Predisposición al cáncer y al suicidio.

Gestión de la carga laboral

El trabajo remoto puede causar estrés, porque no existe una separación de espacio físico entre el trabajo y el hogar. Por ello, se recomienda, primero, que cada miembro de la familia destine de forma exclusiva un espacio físico del hogar para sus actividades laborales, en la medida de lo posible. Luego, deben repartirse las tareas del hogar y que cada uno asuma ciertas responsabilidades y nadie se sienta desbordado.

En el ámbito laboral, es importarte programar un horario fijo de trabajo, siempre que sea posible, para una mejor organización de las actividades y tomar descansos para realizar ejercicios, estiramientos o conversar con los colegas. Luego de la jornada, hay que pasar tiempo de calidad en familia, mediante el desarrollo de actividades en conjunto, desde compartir la sobremesa y darse espacio para conversar de manera amena, hasta realizar caminatas o practicar algún juego de mesa. 

Por último, es fundamental incorporar patrones de vida saludable, como cuidar la alimentación balanceada, aprovechar el tiempo libre para descansar, mantener la comunicación con los colegas, familiares y amigos. Si el colaborador empieza a sentir algún síntoma de estrés, lo mejor será conversar con un familiar, amigos o especialistas para descubrir la causa del problema y la forma de superar esta situación.