Qué difícil es dejar de dar respuestas a situaciones en las que uno ve claramente la solución, cuando uno sabe cómo deben hacerse las cosas. Cuesta mucho no dar la fórmula, y en cambio motivar a otra persona a buscar la manera idónea a ejecutar ante esa situación. Explicar quién es la persona que hace que esta metodología se mantenga más de 100 en nuestro vocabulario, es solo mencionar al coachee, y seguro que la mejor frase que consolida la mentalidad de un coachee sería un extracto de una canción de Miguel Ríos, esa que dice “qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura la subida al caminar, esta realidad tirana, que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar”... es ahí donde aparece este personaje que parece traído de un cuento de hadas.

Una persona que en su trabajo no emite juicios, comprende y entiende los pensamientos de otros, utiliza la motivación como herramienta de desarrollo y no el conjunto de frases negativas que solo hacen que uno se sienta incompetente y deje de intentar las cosas. Lo más complicado de entender, es que el Coaching basa sus principios en el amor; así de poderosa es esta metodología. Según Stephen Covey, “un coach es como un socio temporal, ayuda a que las personas se conviertan en algo más de lo que piensan que pueden ser”.

Para iniciar la aplicación de esta metodología en las organizaciones, primero tendremos que determinar el objetivo, un norte que en la actualidad tiene como principal foco desarrollar las habilidades de liderazgo en la plana gerencial, pero ¿cómo lograrlo sin dar las respuestas y sin juzgar en las acciones que realizan a la fecha?; ¿cómo hacer que las mejores alternativas se encuentren en la misma avenida de las incertidumbres de nuestros líderes?

Debemos reflexionar si nuestra empresa es una fábrica donde trabaja una sola persona (un solo molde), o si es una industria de talentos independientes, donde los líderes tienen la responsabilidad de mantener a su equipo motivado hacia la dirección de los objetivos propuestos.

No es un trabajo fácil, pero si cumplimos con un proceso sencillo podremos tener resultados extraordinarios. En primer lugar se debe crear conciencia, luego desarrollar un deseo de cambio, adquirir y aplicar nuevas habilidades y brindar un feedback. Todo este proceso es un ciclo de trabajo planteado por el coachee.   

¿Cómo podemos desarrollar a los talentos con esta metodología? Siendo el liderazgo la principal habilidad a desarrollar, iniciemos con esta frase que reúne todo el pensamiento del Coaching sobre ello: “lo mejor que puedes hacer por los demás no es enseñarles tus riquezas, sino hacerles ver la suya propia" (Goethe). Es decir, lo más relevante no es el líder, sino los seguidores. La visión de muchas personas es lograr que el trabajador se identifique con su jefe y que quiera imitarlo, pero la pregunta sería ¿en verdad deseamos eso?

Debemos reflexionar si nuestra empresa es una fábrica donde trabaja una sola persona (un solo molde), o si es una industria de talentos independientes, donde los líderes tienen la responsabilidad de mantener a su equipo motivado hacia la dirección de los objetivos propuestos.

Las diferentes conceptualizaciones sobre lo que es el liderazgo generan mucha confusión. Por ello, es básico entender qué significa para la empresa esta habilidad. Se deben analizar las organizaciones de éxito; muchas de ellas tienen claro que un fundamento para el desarrollo de talentos no se basa en que sus gerentes tengan claro los lineamientos para llegar a los objetivos propuestos cada año, sino que estos sepan cómo explicar esas acciones, a través de las tareas diarias, a su equipo. Además de cómo alinear sus objetivos personales con las de la organización y así lograr una verdadera motivación del éxito.

Partiendo de ese concepto, pregúntense si realmente estamos haciéndonos entender, si nuestro equipo siente que al lograr los objetivos de la empresa está contribuyendo también al desarrollo de los suyos. Lo que no podemos olvidar es explicar la importancia de cada acción que nuestro equipo realiza y cómo esto repercute en los resultados de la compañía.

Un ejemplo: le preguntamos a un albañil en plena jornada laboral qué está haciendo y las dos posibles respuestas son: “una pared” y que nos explique cómo la está realizando o que nos diga “un gran hotel cinco estrellas, eso estoy construyendo” y nos cuente todos los beneficios que este hotel tendrá para satisfacer los estándares de sus huéspedes. Como vemos, ambas ejecutan la misma acción pero en cada caso la fuerza de la motivación es diferente, dado que en la segunda respuesta podemos ver que valora positivamente su trabajo y entiende cómo este repercute en los objetivos de la compañía en la cual se desempeña.

Para lograr un cambio en nuestra manera de enfrentar el día, debemos cambiar nuestra forma de observar y ver a nuestro alrededor. Por eso, a las cosas que parezcan muy difíciles de hacer, debemos de darles un sentido positivo.

¿Cómo lograr un cambio en nuestra forma de enfrentar el día?, cambiando nuestra forma de observar, aunque las cosas parezcan muy difíciles de hacer, debemos de darle un sentido positivo, además de apreciar hasta la más mínina cosa que hacemos. Hay personas que sueñan con escribir un libro y tienen como excusa la falta de tiempo o que es muy complicado, pero qué pasaría si simplemente te pones el objetivo de poder escribir una página a la semana. Al año tendrías 52 páginas y en cinco años ya estarías en la página 260.

Para llegar a resultados extraordinarios, es fundamental tener esta frase siempre. Empieza a hacer cosas sencillas y, sin que te des cuenta, estarás haciendo cosas excepcionales. Si estás esperando hacer cosas imposibles no lo podrás lograr, pues son imposibles; lleva ese objetivo a acciones alcanzables y estarás viviendo tus sueños.

No quisiera terminar sin hacer esta pregunta, ¿qué estás haciendo tú para desarrollar el talento en tu empresa y en tu equipo? Anota estas ideas: ponte fecha de cumplimiento, hazte seguimiento y así tendrás los resultados que estas buscando. Recuerda que nuestra memoria es lo más frágil que tenemos y que las palabras se las lleva el viento, pero nuestros logros quedan siempre en el corazón. Es por eso la satisfacción que sentimos al ver cómo va creciendo una persona y que fuimos una milésima de ayuda en eso.